Hugo Chávez (Sabaneta, 1954) se dio a conocer al mundo un 4 de febrero de 1992, cuando lideró un fallido golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez. Fue entonces cuando el actual mandatario venezolano y entonces teniente coronel del Ejército pronunció el ya famoso "por ahora". Fracasó por la vía de las armas, pero triunfó en las urnas seis años después, tras dos años en prisión y cuatro recorriendo el país con un mensaje de cambio y justicia social. Chávez llegó al poder en 1999 en medio de un fuerte malestar social contra los dos partidos tradicionales -Acción Democrática y Copei- que habían dominado la política los últimos 40 años.
En la Venezuela de entonces predominaba la pobreza, la desigualdad, el clasismo y el racismo, y las clases más desfavorecidas se sentían abandonadas por el Estado. La irrupción en escena de Chávez, un militar católico, de oratoria incendiaria, carismático y seguidor del libertador Simón Bolívar, supuso para muchos venezolanos un cambio en sus vidas, por primera vez se sintieron protagonistas de la vida política, lo que explica en parte la lealtad que le guardan aún muchos de sus seguidores y la popularidad del mandatario tras casi 14 años en el poder.
Fiel a su estilo militar, Chávez ha impulsado cambios radicales en el país: impulsó una nueva Constitución en cuanto llegó al poder -respaldada masivamente en un referéndum-, ha nacionalizado amplios sectores de la economía y ha lanzado masivos planes sociales de salud, alimentación y vivienda financiados gracias a los ingentes ingresos petroleros -el barril de crudo pasó de 16 dólares en 1999 a 105,3 este año-.
En estos 14 años, el presidente ha creado las llamadas misiones, programas sociales que han sido los pilares de su mandato y que han mejorado los indicadores sociales -el país se ha declarado libre de analfabetismo, la pobreza se ha reducido del 49% al 27%, mientras que la pobreza extrema ha pasado del 25% al 7%-, y ha impulsado un modelo económico con el Estado como protagonista absoluto. Este ha incluido expropiaciones, nacionalizaciones, regulación de precios y el control de cambios, lo que ha convertido su relación con el sector privado en una polémica continua.
Dramático, espontáneo, imprevisible, Chávez es conocido por sus maratonianos discursos, algunos de los cuales han llegado a durar hasta siete horas, en los que tan pronto se pone a cantar como a llorar. Al mandatario le gusta equiparar su revolución con la lucha independentista de Bolívar y ha enfrentado golpe tras golpe en este proceso. La crispación política y social se materializó a partir de 2001 con huelgas, manifestaciones, el golpe de Estado que lo sacó del poder durante dos días y el paro petrolero que casi quiebra el país. En 2004, la oposición forzó además la convocatoria de un referéndum revocatorio que finalmente ganó el mandatario con el 59% de los votos.
En sus 14 años en el Gobierno, el presidente bolivariano solo ha enfrentado una derrota: el referéndum constitucional de 2007, que proponía una reforma de la Carta Magna de corte socialista en la que incluía la reelección indefinida y el Estado comunal que se encuentra en su actual programa electoral. Pero, sin duda, la batalla de su vida ha sido su lucha contra el cáncer, que se ha hecho patente en el menor ritmo con el que el mandatario ha afrontado esta campaña. Las especulaciones sobre su sucesión crecieron al ritmo que se reforzaba la conexión con sus seguidores. Hace un año, nadie esperaba que el presidente enfrentase un nuevo proceso electoral. Pero tres operaciones y dos tratamientos contra el cáncer después, se subió al proceso electoral con el objetivo de cumplir 20 años en el poder.
Chávez es ante todo un animal político que provoca tanta admiración como odio dentro y fuera de Venezuela. El presidente bolivariano se ha erigido como el "heredero político" de Fidel Castro y se ha convertido en el referente ideológico de una izquierda latinoamericana que ha ido ganando poder en la última década frente a los abusos del capitalismo, ha promovido la integración latinoamericano con un marcado sentimiento antiestadounidense y ha firmado diferentes acuerdos bilaterales con países de ideología afín.
Críticas Pero el mandatario ha enfrentado multitud de críticas por no haber logrado frenar la violencia -el año pasado hubo 19.000 asesinatos, el triple de los que había cuando llegó al Gobierno-, el mal funcionamiento de los servicios básicos e infraestructuras del país y la desorbitada inflación de los últimos años, que ha venido cediendo este último ante la aplicación de mayores controles estatales sobre los precios y el aumento de los subsidios. Con el Gobierno de Chávez, el salario mínimo ascendió a 476 dólares (360 euros) el mayor de América Latina; sin embargo, el 42% de los venezolanos trabaja en el sector informal.
Asimismo, la oposición acusa a Chávez de la baja productividad del país, la dependencia petrolera, de que en los últimos años se hayan perdido 170.000 empresas de las 617.000 existentes y que en ese periodo fueran expropiadas 2.300, según datos de la principal patronal venezolana, Fedecáramas. La oposición también responsabiliza a Chávez de la polarización existente entre los venezolanos por implantar un mensaje de odio contra quienes no le apoyan y de politizar cada espacio del país. El resultado, para sus detractores, es un Estado personalista y centralista controlado por Chávez.
Sin embargo, el mandatario acusa a su oponente de ser un "títere de los empresarios".