Ciudad del Vaticano. El Papa Benedicto XVI era "fácil de manipular" y no conocía suficiente sobre los asuntos vaticanos, aseguró ayer durante su testimonio ante un tribunal el ex mayordomo Paolo Gabriele conocido como Paoletto, que confesó el robo de documentos secretos del pontífice. "En mi posición yo podía ver cómo ciertas situaciones eran percibidas por la gente y cómo eran vistas por aquellos en la cúpula", dijo Gabriele a los jueces, a quienes reveló que hablaba de los asuntos de la Iglesia con el Papa cuando comían.

"Empecé a pensar que era fácil manipular a una persona que tiene tan enorme poder en sus manos", dijo Gabriele, y añadió que "a veces el Papa hacía preguntas sobre cosas de las que debería haber estado informado". El ex mayordomo, que confesó el robo de los papeles, por lo que podría ser condenado a cuatro años de cárcel, aseguró asimismo que no tuvo cómplices y que tampoco recibió dinero por hacerlo.

"En lo que respecta al robo con agravante, no me siento culpable", indicó sin embargo. "Pero me siento culpable de haber abusado de la confianza que puso en mí el Santo Padre".

Los documentos los copió para él, sin considerar difundirlos. A través de ello se hizo una imagen exacta sobre lo que ocurría en el Vaticano, lo que le provocó malestar. Respecto de su detención, se quejó de haber sido encerrado en una celda en la que no podía estirar los brazos y en la que faltaba aire. La primera noche "incluso me negaron una almohada para dormir".

La policía niega el maltrato El presidente del Tribunal que le juzga, Giuseppe della Torre, pidió al Promotor de Justicia (Fiscal) del Vaticano, Nicola Piccardi, que abra una investigación. Sin embargo, la policía vaticana negó que sufriera maltrato en prisión.

En un comunicado, confirmó que estuvo en una celda de aislamiento "unos 20 días". Pero la policía insiste en que esa celda "cumplía los estándares de detención aplicados en otros países en casos similares".

También confirmó que la luz se mantuvo encendida en todo momento, una medida que podría ser considerada maltrato, pero señaló que le concedió un antifaz para cubrir sus ojos durante la noche. La luz, añade, pretendía "evitar posibles actos de autolesión y servía a motivos de seguridad", dijo la policía. Además, señala que Gabriele pidió que la luz se mantuviera encendida en los siguientes días, porque dijo así se sentía acompañado.

La audiencia duró tres horas y en la misma fue interrogado el secretario de Benedicto XVI, Georg Gänswein, quien dijo que nunca sospechó del mayordomo hasta ver publicado el 19 de mayo en el libro-escándalo del italiano Gianlugi Nuazzi Sua Santita documentos que nunca habían salido de su despacho. También lo fueron Cristina Cernetti, una de las laicas que cuidan el apartamento papal, y los gendarmes Gianluca Gauzzi Brocoletti, Giuseppe Pesce y Costanzo Alessandrini, que participaron en el registro del domicilio del mayordomo Gabriele.

En el domicilio encontraron miles de documentos, muchos de ellos originales, procedentes del despacho de Gänswein, así como el cheque por valor de 100.000 euros de la Universidad Católica de Murcia y una supuesta pepita de oro, que Gabriele dijo no saber como habían llegado a su casa.