CIudad del Vaticano. Paolo Gabriele, el exmayordomo del papa que es juzgado por robo y difusión de documentos reservados del Pontífice, estaba considerado una buena persona, y aunque no despuntaba en el trabajo, era honrado y leal, por eso estaba al lado de Benedicto XVI. Así lo describen el secretario particular del papa, Georg Ganswein, y las cuatro laicas italianas consagradas de la comunidad Memores Domini que cuidan el apartamento papal.
Nacido en Roma, Gabriele trabajaba en el apartamento papal desde 2006, tras estar al servicio del prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo James Harvey. Formaba parte de la conocida como Familia pontificia, el reducido grupo compuesto por los dos secretarios del papa, los sacerdotes Georg Ganswein y Alfred Xuereb, y las cuatro laicas. Casado y padre de tres hijos, vive dentro el pequeño estado de la Ciudad del Vaticano y todas las mañanas al alba de los últimos seis años era el encargado de ayudar a Benedicto XVI a vestirse y era el último que se despedía del apartamento tras ayudar al Pontífice, de 85 años, a acostarse. Muchas veces desayunaba, almorzaba y cenaba con el papa, que le consideraba como un hijo y manifestó sentirse muy apenado cuando supo la traición.
De semblante serio y siempre impecable, Paoletto acompañaba al papa en sus desplazamientos. Nadie pensaba que este hombre de comunión diaria pudiera ser Il Corvo, como se conoce en Italia a la persona que robó y filtró centenares de documentos reservados del papa, que estaban en el apartamento pontificio. Esos documentos saltaron a la luz pública en varios programas de televisión italiana y conformaron el libro-escándalo Sua Santita, de Gianluigi Nuzzi, que desveló secretos e intrigas vaticanas.
Tras publicarse el libro el 19 de mayo pasado y descubrirse que algunos de los documentos publicados solo pudieron salir del apartamento papal, el secretario Ganswein llamó a toda la Familia pontificia para pedir explicaciones. Todos negaron, incluido Paoletto. Pero el 23 de mayo, la Gendarmería Vaticana descubrió en su domicilio numerosos documentos, que había fotocopiado, y fue detenido. Pasó 53 días en una celda de seguridad del Vaticano, hasta que se le concedió el arresto domiciliario. La detención cayó como un jarro de agua fría en su entorno.