Bkerké. El papa Benedicto XVI pidió ayer a musulmanes y cristianos unirse para poner fin a la violencia y las guerras en Siria y en Oriente Medio, en un encuentro con jóvenes en la sede del patriarcado maronita (cristiano de Oriente) en el Líbano. "Digan que el papa está triste a causa de vuestros sufrimientos y vuestros duelos. No olvida a Siria en sus oraciones y preocupaciones. No olvida a Oriente Medio, que sufre. Llegó el momento de que musulmanes y cristianos se unan para poner fin a la violencia y las guerras", dijo Benedicto XVI. Joseph Ratzinger ha viajado al Líbano en un momento de tensión en Oriente Medio por las protestas contra un vídeo sobre el profeta Mahoma y por la crisis en Siria, que afecta al territorio libanés, que ha acogido a miles de refugiados.

En su alocución de ayer frente a unos 20.000 jóvenes -no solo libaneses, sino también de lugares como Egipto, Chipre y los territorios palestinos- el santo padre se dirigió a los sirios, a los que dijo admirar por su valor y tenerlos siempre en su pensamiento. También habló a los musulmanes que asistieron al encuentro: "Sed con los jóvenes cristianos el futuro de este maravilloso país y del conjunto de Oriente Medio. Tratad de construirlo juntos y, cuando seáis adultos, continuad viviendo en concordia junto a los cristianos".

"La belleza del Líbano se encuentra en esta simbiosis -subrayó el papa-. Es necesario que, cuando os miren en Oriente Medio, comprendan que los musulmanes y cristianos, el islam y la cristiandad, pueden vivir juntos sin odio". Asimismo, animó a los jóvenes a no emigrar y a que se queden en la región: "Conozco vuestras dificultades en la vida cotidiana a causa de la falta de estabilidad, seguridad, la dificultad para encontrar trabajo o el sentimiento de soledad y marginación".

"El paro y la precariedad no deben incitaros a probar la miel amarga de la emigración, que conlleva el desarraigo y la separación por un futuro incierto", indicó Benedicto XVI, que alentó a los jóvenes a ser actores en su país y cumplir con su cometido en la sociedad y la Iglesia. Joseph Ratzinger les recordó, además, que viven en una parte del mundo que vio el nacimiento de Jesucristo y el desarrollo del cristianismo, lo que supone un honor y una llamada a ser "testigos y mensajeros de la alegría de Cristo".