ES la espoleta que hace estallar la dinamita, el catalizador del odio y el causante de muerte y violencia con sus provocaciones. Terry Jones ha logrado que un vídeo que durante tres meses había pasado desapercibido haya provocado la muerte de cuatro estadounidenses en Bengasi. Fue imprescindible su apoyo público para que el mundo musulmán estallara. Igual que los sucedido con su llamamiento a la quema masiva del Corán el pasado año. Entonces fueron siete trabajadores de la ONU los fallecidos.
El vídeo en cuestión, dirigido por Sam Bacile, muestra al profeta Mahoma "como un homosexual, corruptor de menores y gánster codicioso y carnicero, según lo describe el periódico The New York Times. El director en cuestión habría obtenido cinco millones de dólares de un centenar de donantes judíos, asegura el Wall Street Journal. Aunque por El Cairo circula el rumor de que varios cristianos coptos de origen egipcio y residentes en EEUU estarían tras la cinta.
Sea como fuere, nada de esto hubiera ocurrido del la intervención del pastor Jones, que lidera una comunidad de apenas unas decenas de seguidores. De 60 años Jones, que siempre va armado, hizo que la Casa Blanca contuviera la respiración hace un año, cuando convocó a una quema masiva del Corán coincidiendo con el 11-S. El secretario de Defensa en persona tuvo que convencerle de que no siguiera adelante. Y lo consiguió..., a medias. Solo se quemó un ejemplar.
El pastor y el cineasta coinciden en comparar al islam con "el cáncer" o con "el demonio". Dios los cría y el Islám les junta.
Ahora Terry Jones -que casualmente se llama igual que un miembro del grupo de los Monty Python- y Sam Bacile se han encontrado para protagonizar la segunda parte de una nueva tragedia escrita de su puño y letra.