El Cairo/Ginebra. El nuevo mediador internacional para Siria, el argelino Lajdar Brahimi, calificó hoy su misión de buscar una salida al conflicto sirio de "muy difícil", pero señaló que es su responsabilidad ayudar al pueblo sirio. Brahimi se encuentra de visita en El Cairo, donde comenzó ayer sus consultas con los responsables de la Liga Árabe y las autoridades egipcias. "Soy totalmente consciente de que se trata de una misión muy difícil pero pienso que no tengo derecho a no intentar hacer lo posible para ayudar el pueblo sirio", dijo el diplomático tras reunirse con el secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi. En una rueda de prensa conjunta con Al Arabi, Brahimi apuntó que viajará en los próximos días a Damasco para reunirse con los responsable sirios, los representantes de la sociedad civil y los intelectuales en este país.
El mediador explicó, asimismo, que su equipo actuará desde la oficina de los observadores de la ONU en Damasco, que será dirigida por el diplomático canadiense de origen marroquí Mohamed Lemani.
Por su parte, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, advirtió hoy a las fuerzas opositoras en Siria de que no gozarán de inmunidad y tendrán que responder, al igual que las fuerzas del régimen de Bachar Al Asad, por los crímenes de los que sean responsables. "Las fuerzas opositoras no deben tener la ilusión de que serán inmunes a un procesamiento (judicial)", dijo Pillay en un evento sobre la crisis siria organizado en paralelo con el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que se reúne en Ginebra.
todos contra los civiles Alarmada por las denuncias cada vez más numerosas de que también los grupos rebeldes están cometiendo crímenes contra los civiles, la alta comisionada les pidió hacer "un gran esfuerzo para poner alto al deterioro de su conducta y que se adhieran a las normas fundamentales del derecho internacional".
Para sustentar este llamamiento, señaló que tanto fuerzas gubernamentales como opositoras "despliegan francotiradores para atentar contra civiles". "Hemos llegado al punto en que las matanzas, las ejecuciones sumarias y la tortura son la norma", lamentó la máxima responsable de derechos humanos en Naciones Unidas.
En este sentido, mencionó que además de las informaciones relacionadas a la última masacre en la localidad de Daraya, sobre la cual reclamó una investigación inmediata; así como la de Hula, donde todo apunta a una responsabilidad gubernamental, ahora se está reuniendo evidencia sobre "otras matanzas y ejecuciones sumarias, incluidas algunas perpetradas por la oposición". Enseguida, reveló que uno de los aspectos más recientes y alarmantes del conflicto tiene que ver con reportes sobre la demolición de casas en ciertas zonas de Damasco, un paso adicional en lo que consideró una forma de "castigo colectivo" y que puede implicar "un crimen de guerra o contra la humanidad".
A las fuerzas del régimen, les acusó de continuar con las detenciones forzadas incluso de niños y de la tortura sistemática de los detenidos. En este ámbito se refirió a numerosas denuncias sobre violencia sexual contra personas detenidas -hombres, mujeres y menores- o durante redadas en casas particulares.