kabul. En un paso de calado en la transición de la seguridad en Afganistán, la misión de la OTAN en el país asiático (ISAF) cedió ayer oficialmente a las autoridades afganas, y tras varios retrasos, el mando de la importante cárcel de Bagram, ubicada en una base militar de EEUU cercana a Kabul. El traspaso fue certificado con una simbólica ceremonia a la que asistieron el ministro afgano de Defensa en funciones, Inayatulá Nazari, y el jefe del Ejército, Sher Mohammad Karimi.
La Alianza Atlántica, por su parte, estuvo representada por su máximo comandante en Afganistán, el general John Allen, responsable también de las fuerzas estadounidenses. "Hoy, en una gran ceremonia en el aeropuerto de Bagram, la responsabilidad de la prisión fue entregada al Gobierno afgano", explicó el segundo portavoz del Ministerio de Defensa, Daulat Waziri. Según Waziri, la transferencia siguió la hoja de ruta marcada por las partes en un memorando de entendimiento firmado hace seis meses, en el que se establecía el mencionado plazo para que el Gobierno afgano asumiera definitivamente el control de la prisión.
3.000 presos Sitiada a unos 60 kilómetros al norte de Kabul, en la provincia de Parwan, el centro penitenciario alberga unos 3.000 reclusos, muchos de ellos cabecillas de la insurgencia talibán, y ha sido utilizado como la mayor y más importante prisión de EEUU en Afganistán. Ello la ha situado en el eje de varias controversias desde la invasión del país liderada por las fuerzas estadounidenses, a finales del año 2001. Una de las más intensas ocurrió en febrero, cuando la supuesta quema de ejemplares del Corán en su interior desató la violencia en distintos puntos de Afganistán en la que murieron una treintena de personas.
Además, organizaciones defensoras de los derechos humanos como AI han criticado con frecuencia que EE.UU ha recluido en esta prisión a "centenares de personas, entre ellas menores de edad, sin acceso a abogados ni a tribunales".