jerusalén

LA primavera árabe llegó también a Jordania en marzo de 2011. Las manifestaciones no han sido multitudinarias ni tumultuosas, pero cualquier detalle que sacude la estabilidad del reino hachemita es mirado con lupa por occidente y por los países árabes. Jordania acarrea la responsabilidad de ser una de las monarquías de la región, cuya evolución observan de cerca los activistas de la oposición de otras monarquías, y de ser el país con el que occidente cuenta para escudar a Israel de Irak y Siria.

Las protestas contra la corrupción y la falta de democracia obligaron al rey a destituir tres gobiernos y a prometer reformas, una de las cuales ha sido la redacción de una nueva ley electoral, aprobada en abril, para unas elecciones adelantadas que, según fuentes oficiales, se celebrarán este año. Esta ley no satisface a nadie, menos aún al partido de los Hermanos Musulmanes, el Frente de Acción Islámica, al que se le impide la participación en los comicios debido a la cláusula que prohíbe los partidos basados en una religión. Justo cuando las manifestaciones habían comenzado a decrecer, la aprobación de esta ley las trajo de vuelta, con los Hermanos Musulmanes, en pleno ascenso en la región, al frente.

Las manifestaciones comenzaron pidiendo "reforma", pero las tribus del sur, cuya lealtad el monarca siempre ha buscado para consolidar su poder, incluyen su nombre en sus protestas contra la corrupción. Ahora el rey Abdullah asegura que se celebrarán elecciones antes del fin de 2012, pero muchos oficiales expresan sus dudas debido al boicot anunciado por partidos de la oposición, como el Frente por la Reforma, liderado por el ex primer ministro Ahmad Obeidat, y los propios Hermanos Musulmanes. La inscripción de votantes comenzó hace dos semanas y sólo 150.000 de cerca de tres millones de votantes se han registrado.

En mayo, el primer ministro Fayez Tarawneh anunció que los futuros gabinetes jordanos podrían ser gobiernos elegidos por el Parlamento y no por el rey, lo cual respondería a las demandas de los manifestantes, la mayoría de los cuales exigen una monarquía constitucional. Aunque el rey perdería así poder sobre el gobierno, también se libraría de la carga de liderar la reforma, desviando la atención y la responsabilidad hacia el ejecutivo. Sin embargo, otras monarquías de la región, como Kuwait y Bahrein, observan con nerviosismo estos movimientos, puesto que las fuerzas de oposición de sus propios países, que también se encuentran en las calles, están pidiendo estas mismas reformas.

islamistas prohibidos Los Hermanos Musulmanes existen en Jordania desde su independencia en 1946, pero su mejor momento llegó a principios de los 70, cuando Jordania expulsó a la OLP palestina y la hermandad se apresuró a llenar el vacío de este liderazgo sobre la población palestina en el país, que conforma más del 60%. Llegaron a ocupar varios ministerios a principios de los 90, pero desde la Ley Electoral en 1993, cuyo ambiguo sistema favorecía a los líderes tribales, han boicoteado todas las elecciones. En 1999, el líder de Hamas en el exilio Khaled Meshal fue expulsado de Jordania; 13 años después, con los Hermanos Musulmanes en pleno ascenso en la región, el parlamento Jordano aprueba una Ley que prohíbe la participación en las elecciones de partidos con base religiosa o étnica.

Occidente, que siempre ha contado con Jordania para frenar la expansión islamista en los alrededores de Israel, acepta y reconoce los gobiernos liderados por los Hermanos Musulmanes surgidos de la Primavera Árabe. Pero si los islamistas se hacen también con Jordania, un cordón de Hermanos Musulmanes alrededor de Israel, Turquía, Jordania, Gaza y Egipto, a la espera de lo que ocurra en Siria quizá sería demasiado. La nueva ley electoral sigue perjudicando a la población jordana de origen palestino, otorgando más representación en el parlamento a aquellos distritos puramente jordanos, independientemente de la cantidad de población.