El Cairo. Las fuerzas del Ejército sirio recurrieron ayer a los bombardeos por tierra y aire para controlar zonas cercanas a la capital siria y otros feudos opositores de Siria como los de la ciudad de Alepo, en el norte del país.

Residente en Damasco, el activista de la red opositora Sham Suhaib al Qasem explicó a Efe en una conversación telefónica que los helicópteros de combate están llevando el peso de las operaciones militares en la zona. Desde el aire, las fuerzas gubernamentales bombardearon ayer localidades de las afueras de la capital como Mesraba, Hamuriya, Kafr al Batna o Deir al Asafir, en operaciones que contaron con el apoyo terrestre de los tanques.

La cercana población de Al Tal fue una de las más afectadas por las bombas, ya que una media de dos proyectiles llegaron a caer por minuto, aseguró Al Qasem. Habitantes de esa zona huyeron por miedo a que esos bombardeos precedan a una ofensiva mayor del Ejército sirio, que se enfrentó a los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) en los accesos de Al Tal, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

En Al Tal, los rebeldes habían capturado en la víspera a varios periodistas de medios de comunicación partidarios del régimen que estaban cubriendo los combates. El grupo de derechos humanos detalló que las tropas siguieron la misma estrategia de los bombardeos en la localidad de Al Guta, ubicada también en las inmediaciones de Damasco.

El centro de Damasco tampoco escapó de las explosiones, como la que se escuchó seguida de un intenso tiroteo en la plaza de Al Maryeh o las que se registraron en el barrio de Al Qabun, aseguraron los opositores Comités de Coordinación Local. Mientras, en el barrio damasceno de Tadamun, los combatientes del ELS y las fuerzas leales al presidente sirio, Bachar al Asad, mantuvieron duros enfrentamientos.

Cuatro empleados de la televisión siria progubernamental, Al Ikhbariya, fueron secuestrados el pasado viernes por los opositores en las afueras de Damasco.

La ciudad de Alepo, capital económica de Siria y sujeta a una ofensiva del régimen en los últimos días, también fue escenario de continuos bombardeos.

Juzgan al jefe de seguridad A propósito, el juez militar Sami Sader acusó ayer al ex ministro libanés Michel Samaha y al jefe de la Seguridad siria, el general Ali Mamluk, de haber planificado asesinatos contra personalidades políticas y religiosas en el Líbano.

La agencia estatal de noticias libanesa ANN informó de que también está acusado por los mismos motivos un coronel sirio, identificado solamente como Adnan. Según el juez, el exministro libanés y los dos sirios habían formado un grupo que buscaba organizar atentados de carácter confesional mediante el uso de artefactos explosivos transportados y almacenados en el Líbano.

De 66 años, el general Mamluk dirige el servicio de Seguridad en Siria y está vinculado directamente a la oficina del presidente sirio, Bachar al Asad. Y un tribunal militar tendrá la competencia sobre el caso del exministro libanés de Información, conocido en el Líbano por ser un defensor incondicional del régimen de Damasco.

Entretanto, Wael al-Halq, exministro de Sanidad sirio, juró ayer en Damasco su cargo de nuevo primer ministro ante Bachar al Asad, quien lo designó hace unos días tras la deserción de su predecesor, Riad Hiyab.

Mientras las condiciones de supervivencia en Alepo son insufribles, y miles de personas siguen huyendo sobre todo hacia Turquía, el nuevo presidente del servicio alemán de inteligencia, Gerhard Schindler, declaró al diario germano Die Welt que el régimen del presidente Al Asad se encuentra en su fase final.

El ejército sirio, que antes contaba con 320.000 soldados, ha sufrido pérdidas calculadas en unos 50.000 efectivos, apuntó. "Entre ellos hay muchos heridos y entre 2.000 y 3.000 desertores que se pasaron a las filas de la oposición. La erosión del cuerpo militar continúa", entiende.

Wael al-Halq jura su cargo ante Bachar Al Asad, ayer, en Damasco. Foto: efe