Nueva York. Rusia y China refrendaron ayer su papel como principales valedores del régimen del presidente sirio, Bachar Al Asad, al ejercer por tercera vez su poder de veto en la ONU e impedir que el Consejo de Seguridad presione a Damasco con una amenaza de sanciones si no detiene el uso de armamento pesado. El máximo órgano de decisión de la ONU quedó de nuevo paralizado en su intento por frenar la crisis en Siria al reiterarse la diferencia de opinión que divide a los países occidentales, respaldados por la inmensa mayoría del Consejo, y Rusia y China, en su respuesta a la tragedia que vive el país árabe. Sobre la mesa estaba un proyecto de resolución presentado por los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, que amenazaba con la aplicación de sanciones económicas y diplomáticas bajo el Capítulo VII de la Carta de la ONU si el régimen sirio no repliega antes de diez días sus tropas de los centros urbanos y detiene el uso de armamento pesado.