Copenhague. La mayor parte de la vista de hoy está dedicada a la llegada de Breivik a esa isla, situada 45 kilómetros al oeste de Oslo y donde perpetró durante algo más de una hora una masacre en el campamento de las Juventudes Laboristas (AUF), con 69 muertos y decenas de heridos.

El primer testigo fue Simen Brnden Mortensen, un joven de las AUF que ejercía de guardia en la parte continental y que fue el primero en recibir a Breivik, que se había presentado allí disfrazado de policía y después de haber hecho explotar una furgoneta bomba en el complejo gubernamental de Oslo, donde murieron 8 personas.

Breivik le comentó que estaba de visita rutinaria para asegurar la isla e informar de lo ocurrido en la capital, y tras mostrarle su placa (falsa), el joven, sin desconfiar, llamó a la isla para que enviaran el transbordador porque un policía quería visitar Utya.

Cuando minutos después escuchó disparos, pensó que era una "prueba", pero al repetirse varias ráfagas, le sobrevino el "pánico" y llamó a la isla, donde le informaron de que el supuesto policía disparaba a la gente y le pidieron que avisara a las autoridades.

Tras Mortensen, declaró Jon Olsen, encargado del mantenimiento de la isla, capitán del "MS Thorbjrn", el transbordador que une Utya con el continente; y cuya compañera sentimental, Monica Bsei, fue una de las primeras personas asesinadas por Breivik.

Olsen relató cómo Breivik les pidió que le ayudaran a transportar al barco una pesada caja con equipo para búsqueda de bombas -en realidad, munición- y cómo Bsei le aconsejó que tapara el rifle con mira automática que llevaba consigo para no asustar a la gente.

"Cuando cruzamos a la isla, estaba muy rígido. Bebía de un bote todo el tiempo", declaró, según el relato transcrito de la televisión pública NRK, Olsen, que no obstante dijo no desconfiar ni de la identidad ni de las intenciones del "policía".

Al llegar a Utya, llevó en un coche la caja que Breivik transportaba hasta el edificio principal.

Al volver, vio cómo el ultraderechista de 33 años disparaba a bocajarro y por detrás a Trond Berntsen, el policía de paisano encargado del orden en Utya, aunque dijo no estar seguro de si vio hacer lo mismo a Breivik con su compañera.

"Pienso que es un ejercicio, pero también que entonces debía de haberlo sabido. A la vez siento que hay algo mal", declaró.

Olsen, cuya hija se encontraba también en Utya, dio media vuelta y empezó a correr en dirección contraria, avisando a los cientos de jóvenes que se encontraban en el campamento.

Después de correr desorientado por la isla y avisar por teléfono a emergencias, volvió al barco, donde lo esperaban varios jóvenes y el líder de los AUF, Eskil Pedersen, para regresar al continente.

Olsen relató la "enorme desesperación" que sintió durante el tiempo que pasó hasta poder volver a la isla y ver el cuerpo de su compañera, muerta, mientras averiguaba que su hija estaba a salvo.

De baja desde entonces, Olsen reveló que ahora pasa la mayor parte del tiempo pensando si podía haber actuado de otra forma.

La vista continuaba en el tribunal de Oslo con las declaraciones de técnicos de la policía sobre la inspección de la isla, que como las que habrá el resto de la jornada a partir de ahora sí podrán ser retransmitidas por televisión por orden del tribunal.

Esta es la tercera de las diez semanas del juicio contra Breivik, aunque sólo habrá vistas hoy y mañana.