Berlín. La dura reacción de Israel contra el escritor alemán Günter Grass al declararlo persona non grata por un poema en el que criticaba el potencial atómico del país hebreo ha invertido el debate, ahora a favor del literato, que ha recibido apoyos de personalidades israelíes y del espectro político germano. La decisión del ministro del Interior israelí, Eli Yishai, de prohibir al Premio Nobel de Literatura la entrada en Israel es "populista", afirmó el exembajador israelí en Alemania Avi Primor, mientras su compatriota e historiador Tom Segev calificó la reacción de "histérica".
"Creo que el ministro del Interior no sabe nada de Alemania. Simplemente actúa de cara a la política interna, lo que no considero correcto", sostuvo el exembajador. Günter Grass no es de ningún modo "un antisemita", prosiguió el diplomático, quien sí advirtió que el escritor incurrió en el "ridículo" al afirmar que Israel pretende aniquilar Irán.
"Sé de lo que hablo", sostuvo Primor, quien estuvo destinado en Berlín entre 1993 y 1999 y goza de gran prestigio en Alemania en cuanto a opinión autorizada en las relaciones bilaterales. Primor apuntó que la preocupación de su país por el programa atómico iraní es "justificado", visto que tanto el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, como el ayatolá Ali Jamenei hablan sin tapujos de "exterminar" Israel.
En términos parecidos se pronunció en la edición digital de Der Spiegel el historiador Segev, para quien el ministro del Interior de su país ha estado "pésimo" y hasta "cínico", al calificar de antisemita al escritor Günter Grass y relacionar el poema del escritor con el hecho de haber "vestido el uniforme de las SS". Según el historiador, el propósito del ministro es "asegurarse el futuro político" con proclamas populistas orientadas a un sector determinado del electorado israelí.
Grass, de 84 años, reconoció hace siete años haber estado, a los 17 y durante unos nueve meses, sirviendo en las Waffen-SS, una confesión tardía que en ese momento desató un gran revuelo. El escritor, un referente moral para muchos de sus compatriotas, se ha caracterizado en buena parte de su carrera como voz de la consciencia frente al pasado nazi de políticos e intelectuales. El escándalo de entonces no llegó, sin embargo, al nivel de controversia desatada con el poema Was gesagt werden muss (Lo que hay que decir).