Londres. La respuesta de Edimburgo a la propuesta del primer ministro británico lleva a un conflicto jurídico entre el Holyrood -parlamento escocés- y la Cámara legislativa británica. Escocia no acepta que sea el Parlamento de Londres quien diga a los escoceses cómo y cuándo deben realizar su anunciado referéndum. El presidente escocés, el nacionalista Alex Salmond, sigue fielmente los pasos diseñados en el libro blanco para un referéndum para la independencia de Escocia, elaborado tras un gran debate nacional allá por 2007 y que muestra grandes similitudes con el llamado Plan Ibarretxe.

En dicho libro blanco el Gobierno de Escocia proponía la creación de un Estado escocés independiente dentro de la UE, la ONU y todos los organismos internacionales en los que se integra ahora como parte del Reino Unido. No obstante su separación sería un acto amable con el resto de las naciones británicas ya que mantendría la 'unión de coronas' de 1303 y mantendría a la reina de Inglaterra como su jefe de Estado. Además se reserva la capacidad de convocar el referéndum.

La pregunta Otro de los puntos de fricción con la propuesta de Cameron es la pregunta, en dicho libro blanco se establece que se preguntará a los escoceses: "¿Está de acuerdo con que el Gobierno escocés inicie conversaciones con el Reino Unido para que Escocia se convierta en un Estado independiente?". La cuestión difiere sustancialmente con la que propone el Gobierno de Londres. Cameron quiere imprimir dos papeletas una con "¿Quiere permanecer en el Reino Unido?" y otra con "¿Quiere salir del Reino Unido?". Las cuestiones se plantean tajantes, con la premura de ser realizadas en los próximos 18 meses con la amenaza de que la incertidumbre agravará la crisis económica en Escocia.

La crisis y la incertidumbre No obstante, según señala la BBC, desde el Gobierno escocés se responde que en medio de esas supuestas incertidumbres económicas, varias empresas multinacionales (Dell, Amazon y Michelin, entre otras) han mostrado en los últimos meses su interés de invertir en Escocia. Además, una Escocia independiente debería llegar a un acuerdo con el Gobierno británico sobre las explotaciones petrolíferas situadas en las escocesas aguas del Mar del Norte.

La prisa del Gobierno de Londres esconde el hecho de que, si bien las encuestas no dan más del 38% de escoceses que votarían a favor de la independencia, ese porcentaje ha crecido en tres puntos en los últimos cuatro meses, este incremento sí que crea incertidumbre en el resultado de la consulta independentista de finales de 2014. Además, según alertaban medios británicos, cuanto más dura sea la respuesta de Londres contra la independencia, más independentistas surgirán en Escocia.

La propuesta vasca Las similitudes con el llamado Plan Ibarretxe son evidentes. La propuesta de Nuevo Estatuto Político aprobada por mayoría absoluta en el Parlamento vasco, incluía una nueva relación con España similar a un Estado Libre Asociado en el que el jefe de Estado sería el rey Juan Carlos I y que tendría representación propia y directa en las instituciones de la UE y que sería ratificado en un referéndum. La propuesta vasca, menos radical que la escocesa, ni siquiera fue admitida a trámite en el Parlamento español aludiendo, entre otros argumentos, que algo así es imposible dentro de la UE.