El Cairo. Los egipcios pidieron un nuevo sistema en las revueltas en el marco de la "primavera árabe". Pero hasta ayer, los militares siguen en el poder y la resistencia contra la nueva cúpula que sustituyó a la de Hosni Mubarak en febrero crece. Un nuevo brote de violencia ha estallado a una semana de las elecciones. Según los activistas, al menos tres personas -otras fuentes elevaban esta cifra hasta cinco- murieron en los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, tan solo un día después de que incidentes similares dejaran otros dos muertos y 750 heridos en diversas ciudades del país. En un intento de parar la revuelta la Junta Militar egipcia insistió hoy en que transferirá el poder a una autoridad civil elegida democráticamente, pero sin especificar fechas, como exigen los miles de manifestantes que han tomado la plaza Tahrir de El Cairo.

En un comunicado difundido por la televisión pública egipcia, la cúpula castrense afirma que está "comprometida con la hoja de ruta para entregar el poder a una autoridad civil" y asegura que "no pretende extender la etapa transicional y no permitirá a ninguna parte bloquear el proceso de transición democrática".

Y es que en medio de ese caos ahí estaban de nuevo los lemas más importantes de la primavera árabe. "El pueblo quiere la caída del sistema", gritaban los manifestantes en torno a la plaza Tahrir de El Cairo este fin de semana. Con esos mismos lemas los egipcios derrocaron en febrero a Mubarak y con ellos piden ahora la marcha de los militares que dirigen el país, sobre todo, del presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Mohammed Hussein Tantawi, el más atacado por la multitud.

Tantawi fue ministro de Defensa bajo el régimen de Mubarak. En una semana, el próximo 28 de noviembre, comenzarán en el país norteafricano las elecciones parlamentarias, las primeras desde la caída del antiguo régimen. Pero de la euforia de la primera revolución no queda mucho. La gente está frustrada por la falta de avances y las escasas reformas, así como por la difícil situación económica. Y los manifestantes volvieron a ser testigos de la represión: el sábado, una acción policial tuvo lugar contra decenas de activistas en El Cairo, Alejandría y otras ciudades de Egipto que se repitió ayer en la capital. Las fuerzas de seguridad disolvieron por la fuerza una sentada contra la cúpula militar en la plaza Tahrir, provocando una escalada de la situación.

Todo comenzó el viernes, cuando los manifestantes instalaron tiendas de campaña en la plaza tras un llamamiento a una gran manifestación dominada por los islamistas contra las bases de una nueva Constitución elaboradas por el gobierno de transición.

El papel de los militares La nueva Carta Magna prevé garantizar el poder de los militares, lo que desató de nuevo la indignación. Ante ese trasfondo, el desalojo de Tahrir fue un hecho simbólico, pues la enorme glorieta en el centro de la ciudad fue el centro de las protestas contra Mubarak a comienzos de año. Por eso, cada vez más activistas salieron a las calles con el objetivo de "reconquistar" la plaza, desatándose batallas callejeras con la policía. El centro de la ciudad se llenó de controles y precintos, mientras el gas lacrimógeno impregnaba el aire. Las imágenes de El Cairo tuvieron también repercusiones en Alejandría, donde los críticos de la cúpula militar y la policía se enfrentaron con dureza. Testigos indicaron que incluso francotiradores abrieron fuego contra los manifestantes, algo desmentido desde las webs oficiales. El balance son dos muertos el sábado, uno en El Cairo y otro en Alejandría.