París. La admisión de Palestina como miembro de pleno derecho de la Unesco ha sumido a este organismo en una de las crisis más graves en sus 65 años de historia. Y es que Estados Unidos ha cerrado el grifo de sus aportaciones e Israel se está planteando adoptar medidas similares. Eso supone que, en el peor de los casos, haya que cancelar proyectos y borrar empleos. Los rumores de que países acaudalados como China o Arabia Saudí quieran tomar cartas en el asunto no se han confirmado de momento.

Para muchos de los 2.000 empleados de la organización, los ánimos están tocando fondo. "Pienso en las miles de niñas y mujeres en Afganistán, África y en todo el mundo que han aprendido a leer con la ayuda de la Unesco", declaraba la preocupada directora, Irina Bokova, con la mirada puesta en el programa de alfabetización. "Hay que hacer todo lo posible para garantizar que el trabajo de la organización no sufra", añadió Bokova. Pero eso será complicado. Estados Unidos es, de lejos, el mayor donante de la Unesco, por delante de Japón y Alemania.

Washington tenía previsto contribuir con un 22% al presupuesto para dos años (de 653 millones de dólares), pero ya antes de la votación de la Conferencia General, celebrada el lunes, había amenazado sobre las posibles consecuencias de un resultado propalestino. "No nos está permitido por ley financiar organizaciones que acepten como miembros a los palestinos", dijo la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Y en París se sabía.

¿Chantaje de EE.UU.? Sin embargo, para algunos Estados miembro de la Unesco este argumento no era válido. Hace tiempo que existe una gran mayoría de países que apoyan la causa palestina. Y muchos consideraban que por una vez tenía que pasar algo. El "problema financiero" planteado por Estados Unidos sonó a algunos, incluso, a chantaje y reforzó su convicción de votar por el "sí" a la adhesión de Palestina.

Por otro lado, no sería la primera vez que la Unesco se queda sin financiación estadounidense. En el año 1984 Estados Unidos abandonó el organismo argumentando una politización antioccidental y mala gestión. Según Washington, eso había apartado a la Unesco de sus principios fundamentales, pues servía más bien a los intereses políticos de sus Estados que al espíritu internacional de la organización.

El regreso no se produjo hasta 2003. Y ahora, la organización, famosa por su programa de Patrimonio Mundial de la Humanidad y el fomento de la educación, teme que no haya un segundo retorno.