Bilbao. La comunidad internacional coincidió en señalar que la muerte de Muamar el Gadafi supone el inicio de una nueva etapa en Libia. Así lo manifestaron los mandatarios de Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, países que lideraron la ofensiva aliada contra el régimen del excéntrico dictador hace siete meses.
"La desaparición de Gadafi es una etapa significativa en la lucha emprendida desde hace ocho meses por el pueblo libio para liberarse del régimen dictatorial violento que les impuso durante 42 años", apuntó Sarkozy, el primer líder mundial en dar su apoyo a los rebeldes libios. Según el presidente francés, "la liberación de Sirte debe marcar, conforme a los compromisos tomados por el Consejo Nacional de Transición (CNT), el inicio del proceso acordado por el CNT para establecer un sistema democrático". Sarkozy se refería a la hoja de ruta anunciada por los rebeldes el pasado agosto, cuando tomaron Trípoli y comenzó a desmoronarse el régimen del coronel, cuya puesta en marcha supeditaron a la caída del dictador.
El plan de los rebeldes prevé la formación de un gobierno, primero de transición y luego interino, la elección por voto popular de una Conferencia Nacional Pública (CNP) de 200 miembros -que sustituirá al CNT-, la reforma de la Constitución a través de una Autoridad Constituyente designada por la CNP, que deberá ser aprobada en un referéndum, y, finalmente, las primeras elecciones generales, que deberían tener lugar en un plazo de 18 meses. Aunque parezca una hoja de ruta bien diseñada, con plazos fijos, las disputas por el poder dentro del nuevo Gobierno libio podrían agravarse después de la muerte de Gadafi. Y es que el coronel libio era la causa común de un grupo heterogéneo de combatientes y políticos rebeldes: desde islamistas a los bereberes de las montañas de Nafusa, intelectuales del país y del exilio, milicias, etc.
Retos Las autoridades rebeldes tienen un gran reto: evitar divisiones así como el surgimiento de una guerrilla gadafista, además de no defraudar a los seis millones de libios. "Ahora existe una expectativa masiva. Hasta el momento tenían la excusa de que estaban librando una guerra. Ya no tienen eso", apunta a Reuters John Hamilton, experto en Libia de la consultora Cross Border Information. La captura de Sirte y la muerte del líder libio significan que el CNT deberá comenzar la tarea de forjar un nuevo sistema democrático, tal y como prometió que haría una vez que cayera la ciudad, símbolo del antiguo régimen.
Además del proceso político, tiene por delante la recontrucción de un país que ha quedado en ruinas tras ocho meses de guerra civil y bombardeos de la OTAN, el desarme de una población que tiene en su haber todo un arsenal, la reactivación de la economía -las empresas extranjeras, con Francia e Italia a la cabeza, preparan su vuelta al país después de firmar sustanciosos acuerdos con los rebeldes en agradecimiento al apoyo internacional a la causa insurgente-. Las autoridades también deberán de asegurar que se respetan los derechos humanos, después de numerosas denuncias de tortura a gadafistas e inmigrantes subsaharianos. M. Martínez