Jerusalén. Israel recibió ayer con gran alegría la liberación del soldado Guilad Shalit, tras más de un lustro en poder del movimiento Hamas, mientras que los palestinos celebraron lo que consideran una "victoria", que ha permitido la liberación de centenares de presos, muchos de ellos con graves delitos de sangre.
El complicado intercambio de prisioneros se cumplió casi al detalle tal como estaba previsto y Shalit fue entregado a primera hora de la mañana por Hamás al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y a agentes de la Inteligencia egipcia a través del puesto fronterizo de Rafah, en el sur de la franja de Gaza.
Casi al mismo tiempo, ocho autobuses con 293 reos palestinos excarcelados a bordo salieron de Israel hacia esa misma terminal de Rafah, aunque no entraron directamente en Gaza, sino que permanecieron del lado egipcio en espera de que Shalit pasase a manos del Ejército israelí.
Antes de poder pisar suelo israelí, el soldado se vio obligado a ofrecer una entrevista a la televisión egipcia, que portavoces israelíes criticaron por lo que denominaron agresividad hacia el joven excautivo. "Estoy muy emocionado, me siento muy bien", declaró un pálido y muy delgado Shalit a una periodista egipcia que no dudó en instarle a comparar su sufrimiento en cautividad con el de los presos palestinos.
El soldado confió en que el canje por el que recobró su libertad pueda "hacer avanzar un acuerdo de paz" entre israelíes y palestinos y aseguró que estaría "muy contento" si liberasen a todos los presos.
Temor y esperanza "Pensé que podría seguir cautivo varios años más", reconoció antes de explicar que se enteró de su liberación hace una semana y de admitir que temió que los esfuerzos no llegasen finalmente a buen término. Horas más tarde, y ya con el soldado reunido con su familia en su pueblo de Mitzpé Hilá, en el norte de Israel, su padre Noam Shalit explicó que las condiciones del cautiverio de su hijo fueron "difíciles al principio" pero que "fueron mejorando con el paso de los años".
"Guilad pudo oír la radio y ver la televisión, aunque con limitaciones", dijo el padre, quien explicó que sufre secuelas leves que "arrastra por la falta de tratamiento apropiado, heridas de esquirlas (provocadas durante su captura) y las consecuencias de la falta de luz del Sol".
El soldado fue entregado al Ejército israelí y trasladado al paso de Kerem Shalom, en las inmediaciones de la frontera con Gaza antes de viajar al campo militar de Amitai, ya en suelo israelí y desde allí a la base militar de Tel Nof, en el centro del país. Allí le recibieron el primer ministro, Benjamín Netayanhu, el titular de Defensa, Ehud Barak, y sus padres. "Una de las misiones centrales que encontré en mi mesa y me fijé en la agenda de mi corazón era traer de regreso a casa a nuestro soldado capturado, sano y salvo. Hoy ese objetivo se ha cumplido", declaró el jefe del Ejecutivo hebreo.
Casi al tiempo que Shalit pasó a manos del Ejército israelí, 293 presos palestinos entraron en Gaza a través del paso de Rafah, donde fueron recibidos por centenares de familiares, además de por el jefe del Gobierno de Hamas en la franja, Ismail Haniye, y otros dirigentes del movimiento. Posteriormente, en el campo de Al Katiba, en la ciudad de Gaza, decenas de miles las personas se congregaron para dar la bienvenida a los presos, entre cánticos, abrazos, vítores y el ondear de cientos de banderas de Hamás y de otras facciones palestinas.
En Ramala, otros 95 presos excarcelados fueron recibidos en la Mukata, la sede de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), por el presidente, Mahmud Abás.
"Hoy es un gran día para Palestina y para la unidad nacional, es una gran victoria", destacó Abás quien dijo a los presos que su "sacrificio y duro trabajo no ha sido en vano". La mayoría de los presos fue a Ramala, sede de la presidencia palestia. El resto de los 477 presos palestinos liberados regresaron a sus casas en Jerusalén Este (14) y cerca de 40 salieron al exilio por exigencia de Israel.