Kabul. "Los hombres comenzaron a darme una paliza en público", relata Nafisa con voz temblorosa al recordar aquel día de 1999 en la que fue detenida por la policía en la Afganistán gobernada por los talibanes. "Mis manos temblaron y dejé caer la leche que llevaba. Pensé que iba a morir. Lo único en lo que podía pensar era en mi hija, esperando esa leche". Esta enfermera, ahora de 38 años, se desmayó por los azotes y despertó horas más tarde en la casa de su vecino en la sureña provincia de Nimroz. Su delito fue haberse aventurado a salir a comprar leche para su hija sin un familiar masculino que la acompañase.
La vida para las mujeres bajo el régimen talibán entre 1996 y 2001 era particularmente brutal: no se les permitía asistir al colegio, eran forzadas a usar el burka y tenían prohibido trabajar o salir a la calle sin la compañía de un padre, marido o hermano. Diez años después, las cosas han cambiado. Ahora hay mujeres que tienen vida pública, se han creado numerosas asociaciones de mujeres, muchas afganas han recuperado su trabajo y las niñas pueden ir a la escuela, algo impensable en la época talibán. Unas 2,5 millones de niñas están escolarizadas y las mujeres ocupan puestos en la administración pública, con una representación del 28% en la Cámara Baja, un 9% más que el promedio mundial.
La hija de Nafisa, Nayeela, de 12 años, juega con la consola Xbox y mira el canal de música MTV en un país donde la televisión estaba antes prohibida. "Las mujeres afganas vivieron cambios muy importantes en su vida cotidiana", asegura Shakila Nazari, asesora en el Ministerio de Asuntos de la Mujer. Sin embargo, a pesar de estos avances, la discriminación así como la brutalidad hacia las afganas sigue siendo algo cotidiano, principalmente en el seno familiar. Además, ante la retirada de las tropas extranjeras, existe preocupación por el futuro de las mujeres ante una posible vuelta del régimen talibán.
Noor Jahan Akbar, organizadora de una marcha en Kabul el mes pasado para protestar por la violencia doméstica, asegura que el Gobierno afgano "no ha hecho lo suficiente por las mujeres". "Ha aprobado muchas leyes misóginas y, en cambio, ha perdonado a violadores de los derechos de las mujeres". Las activistas denuncian que quienes abusan, maltratan o asesinan a mujeres en Afganistán quedan en la impunidad, lo que sirve de incentivo para que continúe la violencia hacia las mujeres. "Las mujeres sufren violencia doméstica, hay crímenes cometidos por la familia del marido y por el mismo marido que nunca son castigados, hay casos de violaciones, de secuestros y el Gobierno no hace nada", denuncia Marian Rawi, miembro de la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán.
Discriminación En el Afganistán postalibán, tradiciones como el matrimonio forzado de mujeres y niñas, así como los llamados asesinatos de honor aún están vigentes, según un informe de la ONU publicado en diciembre. Otro documento indica que casi un tercio de las mujeres afganas fue expuesta a la violencia física y psicológica, mientras que un 25% fue víctima de violencia sexual. "La violencia doméstica sigue siendo un gran problema para todas las mujeres a pesar de varias leyes y resoluciones gubernamentales", indica Afifa Azim, fundadora de la Red de Mujeres Afganas.
Un proyecto de ley que autorizaba a los hombres chiíes musulmanes a ocultar dinero y alimento a su mujer si se negaba a acceder a sus deseos sexuales provocó un escándalo un año atrás. Legisladoras que hablan en condición de anonimato, se quejan de que están siendo ignoradas en el Parlamento. "Cállense. Ustedes tienen medio cerebro, dijo una vez un parlamentario a una colega", según una de las legisladoras. "Sin duda tememos lo que pueda pasar después de 2014, cuando las fuerzas extranjeras se vayan de Afganistán", asegura Naheed Farid, una parlamentaria de la provincia de Herat, en el oeste del país. Hamid Safwat, activista por los derechos de la mujer y profesora de periodismo en la Universidad Balkh, dice que la sociedad afgana está experimentando un choque entre las ideas modernas y los valores tradicionales.
"La cultura y la tradición predominan en la sociedad afgana. Están siendo promovidas las ideas modernas, pero hay hombres influyentes que creen que las mujeres no son iguales", dice Safwat. Muchas mujeres observan con nerviosismo el intento de los aliados de cerrar una paz que podría hacer que los talibanes recuperen el poder. "Maestras, abogadas, médicas, actrices, músicas, artistas, estudiantes, todas están preocupadas porque saben que lo que ocurría en 1996 puede volver a ocurrir si vuelven los talibanes", apuntan las activistas.