bruselas. Tras casi un año y medio de grave crisis política, Bélgica recuperó ayer la esperanza gracias a un acuerdo histórico entre flamencos y francófonos (valones) sobre un complicado asunto que envenenaba la vida política nacional desde hacía mucho tiempo.

Aunque las negociaciones para formar Gobierno deben acordar todavía asuntos muy polémicos, el ambiente es muy optimista y ahora se espera que pueda haber un nuevo Ejecutivo para comienzos de octubre.

Los ocho partidos que participan en las negociaciones cerraron a medianoche del miércoles un pacto sobre la división del distrito electoral y judicial de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV), que agrupa a los 19 distritos de la capital con 35 municipios flamencos de su periferia, en los que vive una importante población francófona.

El pacto supone "un avance histórico muy importante", según declaró ayer el primer ministro belga en funciones, Yves Leterme. La división de BHV (ordenada en 2003 por el Tribunal Constitucional, pero bloqueada a causa de la petición de compensaciones por parte de los francófonos) envenenaba desde hace años la vida política belga y ya causó la caída del Gobierno en abril de 2010.

Tras las elecciones de junio de 2010 aún no se había podido formar un nuevo Ejecutivo, debido sobre todo a las diferencias entre flamencos y francófonos sobre este distrito, que parecían irreconciliables.

Tras intensas discusiones, los ocho partidos alcanzaron un pacto en el que todos han cedido en alguna de sus pretensiones y que políticos y analistas consideran de forma unánime "muy equilibrado".

Los puntos del pacto son muy técnicos e incluyen, en líneas generales, que ese distrito será escindido, de forma que en los comicios a la Cámara de Diputados los francófonos que viven en 6 de las llamadas localidades "de facilidades" de la periferia flamenca de Bruselas (con derecho a educación y justicia en su idioma) podrán optar por votar listas flamencas o francófonas de la capital.

También se cerró una reforma del Senado, que será una cámara de representación de las regiones, por lo que no habrá que votar para su composición, lo que ahorra una complicación. Además, se garantiza la autonomía de Bruselas y se le asignan más fondos para asegurar su funcionamiento.

Los comentaristas señalan de forma unánime como "perdedor" al partido independentista flamenco N-VA, el más votado en las elecciones de junio de 2010 y que no logró un pacto, debido a sus posiciones más intransigentes.

Sólo el N-VA y el partido ultraderechista flamenco Vlaams Belang, así como el FDF (una pequeña formación francófona muy presente en la periferia flamenca de Bruselas) se han opuesto al acuerdo.

Los partidos continúan negociando, bajo la dirección del líder socialista francófono Elio di Rupo (que podría ser el próximo primer ministro), otros puntos con el objetivo de lograr un acuerdo de Gobierno para principios de octubre.