SI hace diez años, George W. Bush habló desde la Zona Cero abrazado a un bombero, y encaramado a los restos de un camión anti-incendios con un fondo de escombros y cascotes, Obama lo hará sobre una área en ebullición que ha renacido cual Ave Fénix. La superficie, de 65.000 metros cuadrados, arrasada el 11 de septiembre, ya no es una Zona Cero. "Nunca olvidaremos lo que ocurrió, pero ha llegado el momento de llamarla por su nombre: World Trade Center y Memorial del 11-S", afirmó esta misma semana el alcalde, Michael Bloomberg.
La renovación del World Trade Center y la construcción del monumento en homenaje a las víctimas ha estado rodeada de problemas burocráticos y rencillas políticas sobre el tipo de construcción que se debería hacer o sobre quién debe asumir su coste, pero el domingo ha vivido una fecha histórica al inaugurarse el memorial coincidiendo con el décimo aniversario de la tragedia. El incremento del precio de los materiales de construcción y los continuos retrasos han disparado el coste total de todo el proyecto por encima de los 15.000 millones de dólares, de los cuales al menos un tercio aún no están asegurados, por lo que la posibilidad de ver todo terminado en 2013, es una quimera. Lo que sí es una realidad es el 9/11 Memorial que puede ser visitado desde el día 12. Y es que ahora es junto con la Estatua de la Libertad, Central Park y Time Square, una nueva parada obligatoria para los turistas.
restaurando el puzzle
Una planta por semana
Tras años de desavenencias, la reconstrucción se acelera. La torre uno será en 2013 la más alta de la ciudad. El nuevo desafío que lanzan los neoyorkinos al mundo es también el centro de todas las miradas. Crece a un ritmo de una planta por semana y ya supera las 80 de las 104 que tendrá. La conocida como Freedom Tower ha sido rebautizada por el director de la Autoridad Portuaria de Nueva York, Christopher O. Ward, como One World Trade Center. "Éramos libres antes del 11-S y hemos sido libres después", zanja este empleado público, que al asumir el cargo en 2008 volvió del revés el calendario de las obras y subió 3.000 millones de dólares el presupuesto. El edificio es uno de los más caros de la historia, -sale a unos 7.000 euros el metro cuadrado-, más del doble que un rascacielos normal.
Diseñado por el arquitecto David Childs, viene cargado de simbolismos. Tendrá una altura de 415 metros, (la misma que la antigua torre norte) desde la base hasta la azotea. Además, se añadirá una antena que hace que el edificio alcance los 541 metros, o 1.776 pies de altura, año en que se firmó la independencia de los Estados Unidos. Futuro emblema de la nación, es el inmueble más seguro jamás construido; sin mencionar su sostenibilidad y la aguja que tocará el cielo. Libeskind, su autor, quería una forma asimétrica, dinámica, pero el rascacielos será un obelisco simétrico y emulará al Monumento a Washington.
No será el único. De los cinco rascacielos que formarán el nuevo World Trade Center, solo uno está ya completado, la torre siete, el único que dependía exclusivamente de fondos privados y que se inauguró hace dos años. La torre dos, diseñada por Norman Foster, presumirá de una azotea formada por cuatro diamantes, inclinados hacia el Memorial. La torre tres, se convertirá en el tercer rascacielos más alto de la ciudad. Ambas siguen en ciernes mientras que la torre cuatro, una de las más discretas, también crece.
Reflexionar sobre los atentados
Superando el duelo
Pero esto está por ver. Lo que es ya una realidad es el inmenso campo de 400 robles -incluido el peral que sobrevivió al ataque- interrumpidos por las huellas de las torres gemelas que componen el Memorial o monumento a las víctimas. Dos inmensas piscinas de agua llenarán los surcos de los edificios derrumbados. Allá donde un día deslumbraron al mundo las Torres Gemelas, hoy hay dos estanques con cascadas y los nombres de los 2.983 muertos registrados en Estados Unidos aquella terrible jornada.
El proyecto ganador, Reflecting absence (Reflejando la ausencia), de Michael Arad y Peter Walker, se impuso frente a los cerca de 5.000 presentados. El monumento toma como punto de partida el espacio que ocupaban las Torres Gemelas: las huellas de los rascacielos quedan convertidas en dos estanques hundidos en el suelo y flanqueados por cortinas de agua. En una banda de bronce que rodea las cascadas estarán los nombres de quienes murieron en los atentados, incluidos los del Pentágono y el vuelo 93 de United que cayó sobre un campo de Pensilvania.
A pesar de los miles de millones de dólares de fondos públicos, de miles de ideas para monumentos y obras de reconstrucción, hasta ahora solo se ha concretado un tercio de la reconstrucción prevista, entre ellos el Memorial, que no podía eludir el calendario.
Porque junto a todo este complejo de negocios y turismo, la obra de Santiago Calatrava, seleccionado en 2003 para construir una gran estación que conectará 14 líneas de metro y distintos ferrocarriles y ferris en las entrañas del World Trade Center, sigue pendiente. La espectacular estación diseñada por el valenciano no llegará el 2012 previsto -cuando sí abrirá el museo- lastrado por las disputas con el arquitecto valenciano. Se calculaba que el proyecto costaría unos 2.200 millones de dólares pero el arquitecto dice ahora que la apertura se retrasará hasta 2014 y que el coste se disparará hasta los 3.400 millones. Calatrava atribuye la nueva cifra al precio del acero, los requerimientos de seguridad y a los precios del envío de los arcos, fabricados por una empresa del grupo Mondragón.
Con esta efervescencia urbanística, el sur de Manhattan, una zona devastada que sufrió un éxodo masivo tras los atentados, vive en la actualidad un auténtico renacer, revitalizada por el desarrollo inmobiliario que ha atraído la llegada de nuevos vecinos y negocios, que esperan se convierta en una comunidad vibrante y activa las veinticuatro horas del día.