Trípoli/Bengasi. En Libia se avecina ya un cambio histórico: el régimen de Muamar el Gadafi parece estar a punto de derrumbarse como un castillo de naipes tras la toma de Trípoli por parte de los rebeldes libios, quienes, tras más de seis meses de batalla, tenían ayer cercada la residencia del coronel. Los insurgentes se hicieron antes con el control de prácticamente toda la capital libia, último bastión del régimen. Las celebraciones se extendieron por gran parte de los barrios de la ciudad y la victoria parecía cercana. Sin embargo, aún quedaba el paso final: la captura del Gadafi, el excéntrico dictador que ha dominado Libia los últimos 42 años. Todavía se escuchaba ayer el ruido de las balas en Trípoli, donde los grupos leales al régimen y grupos de francotiradores seguían ofreciendo resistencia. Los enfrentamientos se centraban en las inmediaciones de la residencia del líder libio, donde podría estar escondido. Sin embargo, su paradero era una incógnita.

Según Estados Unidos, se encuentra en Libia, mientras que algunas fuentes internacionales apuntan a que estaría en la misma residencia cercada por los rebeldes. También se ubicaba ayer a Gadafi en un búnker no lejos del barrio de Tajoura, donde estaría bajo protección de su hijo Khamis. Varias hipótesis señalaban, asimismo, que habría huido a su ciudad natal, Sirte, o hacia el vecino Chad, que preside su amigo Idriss Deby, teorías que no pudieron ser confirmadas.

Control de la ciudad Y mientras se especulaba sobre el paradero de Gadafi, los rebeldes tomaron posiciones en la mayoría de los barrios de Trípoli y rodeaban el amurallado palacio presidencial. También se hicieron con el control de la televisión estatal, hasta ahora el único medio por el que Gadafi se dirigía a sus seguidores, y cuya señal se cortó. Según los insurgentes, ayer controlaban ya el 95% de la ciudad, sin incluir la residencia del barrio de Bab El Aziziya. Mientras, miles de personas se concentaron en la céntrica Plaza Verde, ahora rebautizada la Plaza de los Mártires, para celebrar la victoria de la rebelión. Sin embargo, el Consejo de Transición Nacional (CNT), órgano de gobierno rebelde, llamó a la contención y aseguró que la victoria llegaría con la captura de Gadafi, y no antes. "El barrio de Bab El Aziziya y algunas zonas cercanas todavía no están bajo nuestro control, no sabemos si Gadafi está allí", manifestó el presidente del CNT, Mohamed Abdel Jalil, quien manifestó su deseo de capturar vivo al líder libio para llevarlo ante la justicia, junto a su hijo Sail el Islam, detenido desde el domingo. Ambos son reclamados por crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional.

Con una superficie de seis kilómetros cuadrados, Bab El Aziziya constituye una verdadera fortaleza dotada de grandes medios de defensa y que ha sido objeto en numerosas ocasiones de los ataques de los aviones de la OTAN. De hecho, los insurgentes aseguraron ayer que la Alianza bombardearía de nuevo la residencia durante la noche. "Espero que sea capturado vivo y se le lleve ante la justicia para responder de sus crímenes. La verdadera victoria no se celebrará hasta que sea arrestado", manifestaó Abdul Jalil en una rueda de prensa en Bengasi.

Nueva era en Libia Sin noticias de Gadafi, el líder de los rebeldes se apresuró a dar por terminada la era del coronel Gadafi. Y no solo él, también la comunidad internacional. "Hoy empieza en Libia una nueva era", señaló la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton. Mandatarios de todo el mundo pidieron a Gadafi una capitulación inmediata para evitar un mayor derramamiento de sangre, ya que consideran inevitable su derrota, y aseguraron que apoyarán al país norteafricano y a los rebeldes en la reconstrucción. A ello podría contribuir la fortuna millonaria del régimen de Gadafi si se desbloquean las cuentas en el extranjero.

El Consejo Nacional de Transición, mientras, se prepara para trasladarse de Bengasi a Trípoli. Su presidente anunció ayer: "Aspiramos a paz, justicia y Estado de derecho". En este sentido, Abdul Jalil hizo un llamamiento a la calma, pidió a sus filas que eviten actos de venganza y que hagan prevalecer la razón. La cúpula rebelde trataba de evitar también saqueos y que se destruyeran instalaciones oficiales en Trípoli. Los insurgentes vigilaban, entre otros, los edificios de la compañía estatal petrolera.

Además de Trípoli, los rebeldes anunciaron también la "liberación total" de la localidad de Brega, uno de los enclaves petroleros del país y escenario de duros y cruentos combates desde que meses atrás comenzara la insurrección contra el régimen de Gadafi. "Todas la tropas fieles al régimen Gadafi se han retirado. La ciudad ha sido liberada en su totalidad", explicó a Efe Mohamad al Rojayli, uno de los jefes militares de los rebeldes. Situada a medio camino entre Trípoli y Bengasi, bastión de las fuerzas rebeldes, la localidad de Brega es de vital importancia estratégica, ya que está considerada una las principales ciudades petrolera del país.

Su control permite a los rebeldes hacerse con el dominio de una importante parte de la producción de gas y petróleo nacional, y les concede una rica fuente de abastecimiento. La ofensiva final rebelde para liberar Brega comenzó el pasado 15 de julio con un amplio despliegue que quedó dificultado en gran medida por la resistencia de las tropas fieles a Gadafi y la enorme cantidad de minas plantadas por el régimen.

Esta semana ha sido clave en el avance rebelde, después de meses de estacamiento. Así, el sábado, conquistada la ciudad de Zauiya, 50 kilómetros al oeste de Trípoli y sede de una de las principales refinerías de Libia, decenas de insurrectos marcharon en sus camionetas hacia la capital, donde la madrugada de ayer se registraron intensos combates. Como resultado, los insurgentes controlan prácticamente la ciudad y tienen en su poder a dos de los hijos de Gadafi, uno de ellos su mano derecha, Saif el Islam.