Bilbao. Mientras sus tropas combatían a los fieles al coronel Muamar el Gadafi en los alrededores de la residencia del líder libio en Trípoli, el presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT), Mustafá Abdel Jalil, ofrecía una rueda de prensa en Bengasi centrada ya en la era post-Gadafi. Jalil agradeció a la comunidad internacional el apoyo en el conflicto armado, prometió el inicio de una etapa democrática en el país magrebí y pidió unidad a los libios para enfrentar esta nueva etapa. "La era Gadafi ha acabado", señaló el líder rebelde, quien manifestó su deseo de capturar "vivo" al coronel libio y anunció que su hijo Saif el Islam, capturado el domingo, será juzgado en Libia, por lo que no será entregado a La Haya como quiere la Corte Penal Internacional.

En su mensaje, Abdel Jalil se compometió a que las autoridades que sean elegidas para dirigir la Libia post Gadafi respeten los derechos humanos y las normas internacionales, al tiempo que anunció que se preservarán los intereses de todos aquellos países occidentales que han ayudado a los rebeldes en su alzamiento. Sin duda, un mensaje tranquilizador para la comunidad internacional, especialmente para Occidente. Y es que cuando parece que el régimen de Gadafi está llegado a su fin, empiezan a surgir interrogantes sobre el proceso de transición que liderarán los rebeldes. Los países occidentales han apoyado durante estos siete meses a los insurgentes en su guerra contra Gadafi, sin embargo, aún existen dudas sobre el CNT, como por ejemplo quiénes lo integran y, sobre todo, qué garantías democráticas ofrecen. El consejo está integrado por cuarenta miembros, de los que solo se conoce públicamente a 13, y sus máximos líderes provienen del régimen de Gadafi que desertaron después de que estallaran las protestas. Su presidente, Abdel Jalil, y el primer ministro, Mahumud Jibril, fueron ministros de Justicia e Interior, respectivamente, del coronel libio y colaboraron en la represión de los disidentes y el pueblo libio.

En cambio, a pesar de este historial antidemocrático, una treintena de países ha reconocido al Consejo Nacional de Transición desde febrero -Túnez, Egipto y la Autoridad Palestina han sido los últimos-, las naciones occidentales han instalado oficinas en Bengasi, se han reunido durante estos meses con sus líderes y han lanzado una operación militar, liderada por la OTAN, que ha allanado el camino de los insurgentes en su lucha contra Gadafi.

La hoja de ruta Sobre el incierto proceso de transición que se inicia ahora en Libia, los rebeldes dieron a conocer esta semana un documento que da algunas pistas. Se trata de una "declaración constitucional" que prevé entregar el poder a una asamblea elegida en un plazo no superior a un año y adoptar una nueva Constitución. La hoja de ruta, que consta de 37 artículos, el consejo rebelde se define como "la principal autoridad del Estado, es el único representante legítimo del pueblo librio y su legitimidad proviene de la revolución del 17 de febrero". Según este documento, el CNT se trasladará de Bengasi a Trípoli una vez realizada la "declaración de liberación" que, como anunció ayer Abdel Jalil durante la rueda de prensa, se realizará después de que Gadafi sea capturado -otros escenarios posibles son que muera durante una ataque insurgente o de la OTAN o acabe suicidándose-, y después se formará un Gobierno interino en el plazo de 30 días.

La OTAN anunció la madrugada del lunes que trabajará con los insurgentes para reconstruir el país sobre la base de la reconciliación nacional. Sobre el papel de la Alianza Atlántica en el futuro de Libia, los insurgentes dejaron claro que no planean desplegar bases de la OTAN en el país tras la caída del coronel Gadafi.