washington. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reclamó ayer por primera vez de forma pública la dimisión del presidente de Siria, Bashar al Asad, aunque dejó claro que Washington no pretende "intervenir" de forma alguna en la transición siria. A la par, mediante una orden ejecutiva, el presidente estadounidense impuso nuevas sanciones más duras contra el Gobierno de Damasco que congelan sus activos en territorio norteamericano y prohíben la importación de petróleo sirio. "Por el bien del pueblo sirio, ha llegado el momento de que el presidente Asad dimita", dijo Obama en una declaración enviada por la Casa Blanca. En similares términos se manifestó poco después su secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien en una comparecencia ante los medios sostuvo que "la transición hacia la democracia en Siria ha comenzado y es hora de que Al Asad se quite de en medio".

Una brutalidad "feroz" Según Obama, Damasco respondió con "feroz brutalidad" a las demandas de la población siria de una "transición pacífica a la democracia". "Las violaciones de los derechos universales del pueblo sirio han revelado a Siria, a la región y al mundo la flagrante falta de respeto del gobierno de Al Asad por la dignidad del pueblo sirio", subrayó el mandatario norteamericano, para el que a Damasco ya sólo le queda Irán "como apoyo para su brutal y injusta represión" de las protestas. Ahora, sostuvo, queda claro que el presidente sirio "obstaculiza el camino" de la nación en la búsqueda de su futuro democrático.

Aunque la demanda de Obama constituye la declaración más fuerte que el Gobierno estadounidense puede hacer hacia el régimen sirio, el presidente norteamericano dejó claro que su país "no puede y no va a imponer esa transición a Siria", descartando cualquier tipo de "intervención" en el país.

"Depende del pueblo sirio elegir a sus propios líderes", enfatizó Obama. Washington "apoyará los esfuerzos para lograr una Siria democrática, justa e incluyente" y para ello "presionará para que el presidente Al Asad se quite del camino de esta transición", con el apoyo de "otros en la comunidad internacional", prometió el presidente estadounidense. Al mismo tiempo que Obama emitía su declaración reclamando la dimisión de Al Asad, la Casa Blanca publicaba además una serie de nuevas sanciones destinadas a "congelar cualquier activo del Gobierno sirio en Estados Unidos", además de prohibir la importación al país de petróleo o sus derivados de origen sirio.

En una reacción, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, calificó las sanciones como una "acción decisiva" de Obama para "reforzar su llamamiento a Al Asad para que dimita". Las nuevas sanciones "atacan a un flujo crucial de ingresos para el Gobierno sirio y, junto con las demás sanciones, dificultará la capacidad del régimen de Al Asad para financiar su campaña de violencia contra el pueblo sirio", sostuvo Geithner.

Por su parte, Clinton aseguró que las nuevas sanciones "atacan al corazón del régimen" sirio y "reforzarán aún más el círculo de aislamiento" al Gobierno de Damasco. Aun así, aseguró que Estados Unidos tomará medidas para "mitigar cualquier efecto no intencionado de las sanciones sobre el pueblo sirio".

A las pocas horas, La Unión Europea (UE) se unió a la petición de de dimisión del presidente de Siria, Bashar al Asad, formulado ya por Alemania, Francia, Reino Unido y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. "Las promesas de reformas del presidente han perdido toda credibilidad, porque las reformas no pueden funcionar bajo permanente represión", señala un comunicado difundido hoy por la alta representante del bloque para Política Exterior, Catherine Ashton. "La UE comprueba que Asad ha perdido totalmente su credibilidad en los ojos del pueblo sirio y debe dimitir", agrega el texto.

El bloque europeo prepara "más pasos" y una ampliación de las sanciones contra el régimen de Asad, según el comunicado. No se trata sólo de más prohibiciones de ingreso en la UE a altos representantes del régimen sirio, sino de una "ampliación" de las sanciones. El texto señala que la represión violenta de los opositores con ayuda de las fuerzas militares en una serie de ciudades sirias es "inaceptable e inadmisible". La cúpula siria no ha reaccionado bien a las críticas de la Unión Europea y la comunidad internacional. "Eso demuestra que el régimen no está dispuesto al cambio", apunta el comunicado.