Damasco. Al mismo tiempo que los tanques sirios avanzan por la ciudad de Hama, la comunidad internacional aumenta la presión0 contra el Gobierno de Bashar al Assad. La estrategia es "aislar por completo" al régimen, descartando cualquier posibilidad de una invervención militar como en Libia. Los países occidentales lo tienen claro, pero en este propósito es necesaria también la presión de los países árabes e islámicos, que por el momento prefieren guardar silencio sobre la represión a los opositores sirios. Los grupos de derechos humanos aseguran que unas 140 personas han fallecido en el país desde el domingo, principalmente en Hama, donde ayer continuaba la ofensiva del Ejército.
El Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas sigue debatiendo, a puerta cerrada, una respuesta a la escalada de la represión en Siria, aunque sus miembros parece que aún no han alcanzado un acuerdo. Rusia, China, India y Brasil se habían opuesto hasta ahora a emitir una resolución de condena a Damasco, pero la violencia de esta semana provocando que los miembros hayan admitido la necesidad de adoptar una respuesta. Tanto Rusia como Brasil se han mostrado dispuestos a negociar, aunque Moscú se sigue oponiendo a la imposición de sanciones, porque, asegura, es perjudicial para el pueblo sirio.
El enviado especial de la Unión Europea a la primavera árabe, Bernardino León, señaló ayer que, a pesar de que ha aumentado el número de actores partidarios al aislamiento del régimen sirio, hace falta una mayor presión por parte de actores fundamentales en la región, como Turquía, que el lunes se mostró, por primera vez, muy crítica con el régimen de Al Assad al señalar que la represión del domingo era "inaceptable". Según Bernardino León, es neceario que los países árabes se distancien. "La buena noticia es que cada vez más miembros de la Liga Árabe piensan así", destacó.
Sin embargo, solo Egipto, en un comentario inusual de su ministro de Exteriores, Mohamed Kamel Amr, ha manifestado su preocupación "por el aumento del nivel de violencia y el número de víctimas". "Ya no es posible entender el silencio de los Estados y organizaciones árabes e islámicas ante la masacre contra los sirios", escribió ayer el columnista saudí Hussein Shobokshi. Ni Arabia Saudí, ni Irán, ni Líbano, ni Jordania han dicho una sola palabra sobre la represión de Al Assad. Incluso Israel mantiene la cautela. Y es que el régimen sirio, crucial en la estabilidad de Oriente Medio, cuenta aún con muchos aliados en la región, principalmente Líbano e Irán.
Quejas "En Siria han muerto 2.000 personas, pero los dirigentes árabes y la Liga Árabe guardan silencio", se quejaban, por su parte, algunos opositores sirios en Facebook, lo que demuestra el malestar con la repuesta de sus vecinos. En contraposición a la postura de sus gobiernos, varios ciudadanos de países árabes salieron ayer a las calles a apoyar a los opositores sirios, que se encuentran en estos momentos en una dramática situación. A los 2.000 fallecidos, hay que añadir también 3.000 personas desaparecidas y 12.000 encarceladas desde marzo, según informaron ayer algunos diplomáticos en el seno del Consejo de Seguridad. El presidente sirio argumenta la represión denunciando que sus tropas están siendo atacadas por "bandas armadas", respaldadas por potencias extranjeras.
Y mientras, en el Consejo de Seguridad de la ONU, Gran Bretaña y Brasil tratan de acordar un texto que, después de dos meses de bloqueo, pueda condenar de manera unitaria la violenta represión del régimen sirio. Ambas delegaciones trabajaban ayer para que la propuesta de condena a Damasco presentada por los miembros de la Unión Europea que se sientan en el Consejo se complete con ciertas ideas que Brasil expuso durante las negociaciones en el máximo órgano de decisiones del organismo. Asimimismo, a nivel individual, Italia llamó a su embajador en Siria a consultas y animó al resto de los miembros de la UE a hacer los mismo; aunque la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, descartó una medida conjunta similiar.