kabul. Diversos incidentes armados costaron la vida ayer al menos a 58 personas en el este de Afganistán, 35 de ellas civiles, en una escalada de violencia impulsada por la ofensiva que los talibanes están realizando en todo el país tras el asesinato de Osama Bin Laden. En el enfrentamiento más grave, un ataque talibán produjo la muerte de 35 civiles afganos y dejó heridos a más de 20 que trabajaban en las obras de construcción de una carretera en la provincia de Paktia, fronteriza con Pakistán. En ese mismo incidente, acaecido de madrugada en el distrito de Wazi Zadran, ocho insurgentes perdieron la vida al enfrentarse con los guardias de seguridad de la empresa de construcción.
El ataque talibán desató un tiroteo de dos horas que acabó con la vida de más de un tercio de los 80 trabajadores que, según la agencia afgana AIP, se hallaban presentes, incluyendo operarios, ingenieros y guardias de seguridad. Los talibanes reivindicaron el ataque en un comunicado publicado en su portal web y elevaron el número de trabajadores muertos a 40, mientras que un portavoz de los insurgentes, Zabiulá Muyahid, afirmó que su grupo se apoderó de numerosos vehículos y armas propiedad de la compañía constructora.
En otro enfrentamiento armado en la cercana provincia de Ghazni, también al este del país, al menos quince supuestos talibanes murieron en una operación de las tropas afganas e internacionales. Esta escalada de violencia coincidió en el tiempo con la emisión de un mensaje póstumo del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. En él, el ya fallecido islamista alababa las revoluciones de Túnez y Egipto e instaba a sus seguidores a apoyar los esfuerzos para hacer caer más "opresores". En una grabación sonora de doce minutos y medio difundida por una página web que suele recoger mensajes de Al Qaeda y de grupos afines, Bin Laden decía: "La revolución iluminó Túnez (...) y con la caída del tirano, han caído la humillación, el servilismo y la pasividad, y se han despertado los significados de libertad, orgullo, valentía y la iniciativa y los vientos del cambio golpearon Tahrir (en Egipto)".
En el mismo mensaje, el dirigente de Al Qeda calificaba la revuelta egipcia de "una gran revolución" y dirigía un mensaje a los "revolucionarios libres en todos los lugares", a los que pedía continuar con el camino de "llevar esperanza a los desconsolados".