roma. Dos jóvenes italianas han explicado a la Fiscalía de Milán con todo tipo de detalles su experiencia personal en una de las numerosas fiestas privadas de Silvio Berlusconi, un testimonio que puede poner de relieve el contenido sexual de las que fueron definidas por el primer ministro como "cenas elegantes".
Los dos principales periódicos de Italia, Corriere della Sera y La Repubblica, recogieron ayer el contenido de una memoria con todo tipo de detalles que el lunes entregaron a la Fiscalía de Milán Ambra Battilana y Chiara Danese, dos jóvenes que con 18 años acudieron a una fiesta de Berlusconi en la noche del pasado 22 de agosto en su mansión de Arcore."Yo no tenía ninguna intención de hablar. Me he sentido obligada por la repercusión del caso y, sobre todo, por el hecho de que en mi pueblo me han tratado como una prostituta" afirma Chiara.
Las chicas explican cómo llegan hasta la mansión de Berlusconi a través del director de informativos de su canal de televisión privado Rete Quattro, Emilio Fede, a quien conocen con motivo de unas pruebas para ser meteorine, las jóvenes que ofrecen el tiempo en la cadena.
Las dos aseguran que en la cena en la que participaron había unas 15 personas, entre ellas la consejera regional de la Lombardía Nicole Minetti, a quien se le investiga en la otra rama del caso Ruby. Según el testimonio de las jóvenes, Emilio Fede se pasó toda la cena tocándoles las piernas y que, 15 minutos después, algunas chicas se descubrieron los senos, se los ofrecieron a Berlusconi para que los besara y le tocaron en sus partes íntimas.
"Berlusconi nos hace traer una estatuilla. Es una especie de caparazón. Del caparazón sale un enano con un pene grande. El pene está visiblemente desproporcionado. Berlusconi hace que circule la estatuilla entre las chicas. Y les pide que besen el pene", afirma Chiara. Ambas sostienen que estas cenas eran "de otra naturaleza" y que, después de una cena, el mandatario se dirigió a la famosa discoteca situada en la parte de abajo de la casa de Arcore y las jóvenes "empezaron a bailar de forma muy vulgar", vestidas "con trajes de enfermeras muy cortos", lo que Berlusconi llamaba el bunga bunga