vitoria. Terremoto+tsunami+crisis nuclear= Catástrofe económica. En su mayor desafío desde la posguerra, la economía de Japón ha quedado gravemente tocada pero no hundida. A pesar de los temblores en la Bolsa, (ha caído más del 10%), la paralización puntual de la industria automovilística, emblema del país, y el frenazo en seco del sector tecnológico y de las factorías de equipamiento electrónico, aún no está herida de muerte. Alrededor del 10% de la producción industrial del país ha quedado dañada y la primera estimación de pérdidas se calcula en 100.000 millones de dólares, alrededor de 75.500 millones de euros. Sin embargo, la destrucción es tan grande que todavía no se puede hacer una valoración del impacto económico total. El mayor banco de inversión del mundo, Goldman Sachs, los cifró esta semana en unos 142.000 millones de euros. Para los analistas, la actividad económica se frenará a corto plazo, la producción industrial caerá en marzo y será débil en abril. Pero estas pérdidas económicas se verán compensadas por un aumento de la demanda motivada por la reconstrucción.

Los expertos no esperan un impacto decisivo en la economía mundial. Recuerdan que para los europeos lo más importante es la marcha de la economía de la Unión Europea y de Estados Unidos. Por este motivo, rechazan que el terremoto de Japón sea suficiente para provocar una recaída en la recesión aunque si se verán afectadas las empresas de automóviles y las de servicios. Un solo ejemplo: Los 7.000 operarios de la planta de Opel de Figueruelas, en Zaragoza, ya han anunciado para el lunes un paro forzoso ante la falta de suministros eléctricos. Lo que resulta una evidencia es que el aumento de la incertidumbre en los mercados financieros modificará el entorno económico global. La primera señal la ha dado el BCE al anunciar que podría no subir los tipos de interés en abril, tal y como había anunciado. Porque sólo mantener el precio del dinero barato permitiría la recuperación.

Para paliar los efectos de la crisis, el Banco de Japón se ha puesto manos a la obra y ha realizado varias inyecciones de liquidez. La entidad se ha enfundado el traje de bombero y ha ido bombeando dinero prácticamente cada día. En total se han inyectado 38 billones de yenes (470.000 millones de euros) para evitar que la Bolsa de Tokio entrase en caída libre.

el superyen Pero el jueves, cuando parecía que nada podía ir peor, el yen se disparó frente al dólar, oscureciendo sus posibilidades de financiación a través de la exportación. Por eso, Japón acordó ayer con sus socios del G7 intervenir conjuntamente el yen por primera vez en más de diez años para atajar su apreciación. Consiguió así el apoyo de las principales potencias para vender de manera conjunta yenes y frenar su escalada, que pone en riesgo la reactivación económica. Esto hizo que Japón pusiera freno a la rápida apreciación del yen provocada por la certeza en los mercados de que el país necesitará recurrir a un gran volumen de fondos para llevar a cabo la reconstrucción de la catástrofe.

Al margen de yenes y nikkeis, los ciudadanos han fijado más su atención en el comportamiento de los buques insignias del país. Todos los fabricantes de automóviles japoneses (Toyota, Nissan, Honda, Mazda, Mitsubishi y Suzuki) han suspendido la producción de vehículos en sus plantas niponas. Toyota ha dejado de producir ya más de 60.000 vehículos y ha pospuesta a la próxima semana la reanudación de su actividad, al igual que Honda.

Una consecuencia que sentirán muchos consumidores de todo el planeta es la subida de muchos componentes y aparatos electrónicos. Japón es el suministrador del 15% de los ordenadores, electrodomésticos y equipos de comunicación de todo el mundo y exporta el 50% de los semiconductores producidos. Además, el 45% de los chips electrónicos se fabrica en el país nipón, así como el 14% de las televisiones LCD. "A muy corto plazo, las compañías sufrirían problemas para la recepción de componentes, materiales en bruto y el traslado de los trabajadores a sus instalaciones", informó la consultora estadounidense iSuppli, asegurando que las interrupciones del suministro eléctrico afectan a la producción". Entre las firmas que han visto afectada su producción están Sony, que se ha visto obligada a cerrar seis factorías, Panasonic, Toshiba y Canon con, al menos, cuatro plantas cerradas.

Algunos especialistas ya se han apresurado a alertar de la escasez de suministros y su consabido efecto en el coste de los materiales debido a los problemas que ha sufrido la infraestructura japonesa en las fábricas de componentes de alta tecnología, en especial de chips. Componentes necesarios para teléfonos móviles, memorias de ordenadores o pantallas líquidas.

el efecto Oettinger En el campo de las altas finanzas, la situación es absolutamente crítica. Todas las inyecciones del Banco de Japón no han impedido que desde el día del terremoto, el Nikkei haya perdido más del 10% de su valor. Cayó más de un 16% entre el lunes y martes, repuntó el miércoles un 5,68%, volvió a bajar el 1,44 el jueves y subió un 2,72% ayer viernes. Los valores se desplomaron el martes hasta en dos dígitos como consecuencia de las alertas de aumento de radiación en los alrededores de la planta de Fukushima. En esta caída tuvo mucho que ver el comisario europeo de la Energía, Günther Oettinger que calificó la situación en Japón de "apocalíptica".

Pero los mercados bursátiles siguen in albis. Porque no puede haber señales de una recuperación clara mientras la situación sea tan incierta. Por ello se niegan a hablar de un cambio de tendencia. En vista de la situación en Japón es improbable que hayan acabado las caídas. "La cuantificación exacta es imposible ahora mismo. Sería pura especulación", dijo Andreas Rees, economista jefe de UniCredit. En opinión de la gerente de fondos de DWS Lilian Haag, el peor escenario se producirá si la contaminación se extiende al área que rodea Tokio.

l Las aseguradoras, las grandes perdedoras. Como ya ocurriera en el caso del huracán Katrina en Nueva Orleans, las empresas de seguros aparecen como potenciales perdedoras ante el alcance de la devastación producida por el tsunami, que ha anegado localidades enteras.

l Afección energética. La magnitud de la catástrofe ha provocado el cierre de 11 reactores y ha afectado al 9% de la capacidad de generación del país. La destrucción provocada ha puesto en cuestión la energía nuclear. En Alemania se ha suspendido temporalmente la extensión de la vida de las centrales. El país deberá buscar alternativas energéticas para sustituir los 12.000 MW producidos por las centrales mediante un incremento de la demanda de carbón y petróleo, lo que provocará una escalada del precio del crudo y más inflación.

l Compras de petróleo. De momento, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) desconoce cómo afectará el parón nuclear japonés a las importaciones de petróleo por parte de ese país. Aunque la AIE confirma que la capacidad de generación de energía ha quedado reducida en Japón en 9,7 Gigawatios, lo que equivale a unos 200.000 barriles diarios de petróleo.

l Dividendos de la reconstrucción. Las constructoras y la industria del acero pueden jugar un papel en la reconstrucción de la zona devastada. También la minería, ya que Japón va a tener que recurrir a importaciones de carbón para compensar la pérdida local de capacidad de generar energía. l Daños colaterales en el mercado del lujo. Hermes, Burberry o LVMH se han llevado en los últimos días un fuerte batacazo en Bolsa: Japón es uno de los grandes mercados para la industria del lujo ante la situación de la titubeante y frágil Europa o la debilidad de Estados Unidos. Los japoneses figuran entre los grandes consumidores de este sector y las ventas del lujo dependen de una confianza que no volverá hasta que los efectos de la crisis nuclear sean menos difusos.

l Inversión en infraestructuras. Los costes de la catástrofe se concentran en los daños causados en edificios, puertos, carreteras, fábricas e infraestructuras energéticas. A su vez, este sector se llevará la mayor parte de las inversiones cuando arranque la reconstrucción. Algunas estimaciones evalúan su coste en 130.000 millones de euros, el 3% de la producción anual.

l La aviación, en el punto de mira. La industria de la aviación sufrirá un importante golpe, del que las aerolíneas podrán recuperarse, como muy pronto, en la segunda mitad del año. Según IATA, el mercado aéreo japonés factura un volumen de 44.700 millones de euros, un 6,5% del transporte aéreo mundial y una décima parte de la facturación global del sector.