kashima
MADRUGADA en la ciudad de Kashima, a unos 60 kilómetros al noreste de Tokio. Las réplicas del terremoto son un no parar, cada diez minutos hay una. Se mueven la mesa, la botella de agua, el teléfono y el móvil. De hecho, todo se mueve en la octava planta de este hotel. Por momentos crece la tensión ante el temor a cómo hay que actuar.
La ciudad permanece oscura y silenciosa, solo unas pequeñas luces en alguna calle y las sirenas de alguna ambulancia o policía rompen la norma. Los aproximadamente 66.000 habitantes de esta urbe japonesa tratan de volver a la calma poco a poco. Se enfrentan a los citados temblores, pero también a la reconstrucción de muchas infraestructuras afectadas por el terremoto y posterior tsunami del pasado viernes.
Durante el día, los vecinos limpiaban el agua y los restos de barro, lodo y suciedad que quedaban en sus casas. Entraron, como bien dice la expresión, hasta la cocina, pero también se llevaron varias cosas y dejaron a cambio daños materiales y humanos tras de sí. Y si no que se lo pregunten a Nemoto Hiroyuki. La casa de dos plantas de este joven está rodeada de agua, como si de una gran piscina se tratase. Y su camioneta, que estaba aparcada en el lateral derecho de la fachada el pasado viernes en el momento del terremoto, parece ahora el juguete de un niño flotando sobre el agua.
Por desgracia, la situación que vive Hiroyuki no es única. Sin ir más lejos, en la vivienda de su vecino diez metros más allá sólo quedan restos de las paredes maestras de color verde después de haber sufrido un incendio que ha acabado con todo lo que había en el interior.
volver a la normalidad Mientras, las tiendas permanecen cerradas y los trabajadores limpian su interior y tratan de que todo vuelva a ser normal, pero cuesta, ya que las aceras están levantadas, muchas carreteras cortadas y de vez en cuando se pueden ver grandes grietas en el suelo.
En el canal que pasa por el centro de Kashima hay varias cajas de camiones flotando, también hay furgonetas que desplazadas por la fuerza del agua terminaron en los sitios más remotos y en las más variadas posiciones.
En total ya se contabilizan 55 muertos en esta ciudad portuaria, que tiene además un gran parque industrial creado en 1963 y que ahora alberga unas 1.500 fábricas especializadas en plantas petroquímicas. Otro evento que se ve afectado es la competición de la Liga de Campeones asiática, donde el equipo de la ciudad, el Kashima Antlers, actual ganador de la Copa del Emperador, suspendió el partido que tenía previsto celebrarse el miércoles.
Al menos, la Agencia Meteorológica de Japón dio un respiro a los ciudadanos de Kashima, con la suspensión de la advertencia de tsunami que estaba vigente en la costa oriental del país, al considerar que no hay riesgo de grandes olas.
la amenaza de tokai Sin embargo, ahora les toca estar pendientes del reactor de la central nuclear de Tokai, a apenas 60 kilómetros, ya que se dio a conocer que está siendo enfriado con uno solo de sus tres generadores tras el fallo de los otros dos. Y es que esta planta nuclear perdió anoche su sistema de refrigeración por una avería. La compañía administradora Japan Atomic Power destacó que la instalación se apagó automáticamente tras el terremoto de magnitud 9,0 del viernes. La planta de Tokai 2 opera desde 1978. Las informaciones del gobierno y de expertos no dejaron claro hasta ahora si se había llegado a ese extremo.