Tokio. Las imágenes de la televisión japonesa sobre la explosión en la planta de Fukushima desataron inmediatamente el miedo en el resto del mundo. Pero pese al recuerdo de Chernobyl sobre todo en países occidentales, los japoneses parecieron mantener la calma. En ningún lugar se podía constatar pánico. "En realidad no me preocupa la planta nuclear. ¿De verdad es tan grave?", comentaba Kaji Shimauchi, de 21 años, tras volver de sus vacaciones en Filipinas. Tras leer en su smartphone que no hay peligro tras la línea de evacuación, siguió leyendo su libro. Sólo algunos mostraban menos confianza en el Gobierno y optaron por viajar al sur del país. En Tokio, sin embargo, la vida parecía volver a su cauce habitual, más allá de que muchos trenes llegaban con retraso. ¿Se cierne sobre el país una tragedia nuclear? La comisión de seguridad atómica informó inicialmente de una fuga de cesio radiactivo. Por la tarde llegaron noticias más tranquilizadoras: la explosión no tendrá como consecuencia una fuga radiactiva de mayores proporciones, aseguró un portavoz. También el primer ministro evitó hablar de un riesgo de fusión del núcleo de la central.

"¿Cuántos avisos más necesita sufrir la gente antes de que entendamos que los reactores nucleares son intrínsecamente peligrosos?", cuestionó Jan Beranek, de Greenpeace Internacional. Ecologistas en Acción alertaba de que la situación era "gravísima" ya que las dosis de radiactividad que debían de soportar los trabajadores de la planta aumentará el estrés y provocará "errores".

Pese a los temores en Occidente, la preocupación en Japón se centra ahora en la seguridad de las centrales nucleares.