Ras Lanuf. El avance de los rebeldes libios hacia Sirte (ciudad natal de Gadafi situada en el centro de la franja costera del país) parece haberse atascado en el enclave petrolero de Ras Lanuf (200 kilómetros al este), de donde ayer salieron decenas de familias con destino a Bengasi, segunda ciudad libia y principal bastión de la oposición rebelde (situada a unos 250 kilómetros). "No sigáis avanzando, quedaos aquí, debemos proteger el petróleo", repetían ayer los altavoces de un coche en el puesto de control de los milicianos en las puertas de Ras Lanuf, donde la aviación fiel a Gadafi bombardeó en varias ocasiones para amedrentar a los milicianos.

Al menos en tres ocasiones las baterías antiaéreas de esta posición rebelde intentaron sin éxito derribar a los aviones que atacaron primero a varios kilómetros de la posición, después a cinco y finalmente a menos de mil metros de donde se concentraban unos dos centenares de jóvenes milicianos. Con cada explosión el mismo ritual: gritos, disparos de las baterías antiaéreas, huidas despavoridas hacia el desierto y el retumbar de la polvorienta explosión. Después, los inexpertos rebeldes volvían a unirse y comenzaban a celebrar que la explosión no había caído sobre ellos disparando al aire sus pistolas y metralletas y cantando canciones patrióticas y contra el líder libio, Muamar el Gadafi.

"Como niños" "Son como niños con ropa nueva en un día de fiesta", confesaba Ibrahim al Jodeiri, un exmilitar de 50 años que abandonó el Ejército hace tres años tras sufrir una trombosis una vez cumplidos 21 años de servicio. "Nadie dirige a nadie, cada grupo hace lo que quiere, avanza o retrocede, dispara o no, tienen armas, son suyas y hacen con ellas lo que quieren", aseguraba Ahmed Fathi, que también ha estado cuatro años en el servicio militar y que asegura que ahora se ha unido a las filas rebeldes. No obstante, insiste en que hay que reconocer que la necesidad ha hecho que muchos hayan aprendido en sólo 24 horas a manejar las armas. Tanto Fathi como Jodeiri creen que la intención de las brigadas de Gadafi no es otra que asustar a los rebeldes. "No quiere una matanza de civiles, además hay periodistas. Lo que quiere es que no avancen, que retrocedan", comentaban.

Sólo el domingo, siete rebeldes murieron y otros 55 resultaron heridos en los combates entre Ras Lanuf y Ben Yauad, localidad esta última tomada por los rebeldes el domingo y recuperada horas después por las fuerzas de Gadafi. Los rebeldes no obstante se muestran convencidos de que recuperarán ese enclave, a pesar de que, según indicaba ayer Gadafi ha colocado francotiradores en las azoteas. Después se lanzarán sobre Sirte, la ciudad natal de Gadafi, lo que muchos consideran que será la batalla definitiva. "Sirte es un cuartel, tiene todo tipo de armas ligeras y pesadas, aviones, misiles, mucha gente va a morir allí", opinaba Jodeiri.

frente occidental Mientras en el frente oriental continúa este juego del gato y el ratón entre las brigadas de Gadafi y milicianos, en el occidente, la ciudad de Misrata, en manos de la oposición y situada entre Sirte y Trípoli, continuaba ayer asediada por la fuerzas del régimen.

En Al Zauiya, a 92 kilómetros al suroeste de Trípoli, se vive el mismo escenario que en Misrata. Ayer por cuarto día consecutivo las denominados "revolucionarios" resistieron un nuevo ataque de artillería de las fuerzas gadafistas, que insisten en recuperar la ciudad.