TRÍPOLI. Los expresidentes derrocados tunecino y egipcio, Ben Ali y Hosni Mubarak, el presidente yemení y el rey de Bahrein: todos ellos apostaron por la violencia policial y al mismo tiempo el diálogo como medios para combatir los levantamientos populares en sus países, una doble estrategia que no se corresponde con el estilo del jefe de Estado libio, Muamar al Gadafi. El líder de Sirte envió de inmediato tropas fuertemente armadas al centro de la insurgencia y provocaron una auténtica masacre. Organizaciones humanitarias hablan del al menos 200 muertos, aunque el apagón total informativo que mantiene el régimen hace imposible saber cuál es la cifra exacta.

Gadafi, que 42 años después sigue llevando el título de líder de la revolución, está firmemente convencido de que la revolución es él mismo. No tiene cargo oficial, pero pese a ello nada ocurre en Libia sin su consentimiento o el de algún miembro de su clan. Sus hijos Al Saadi, Mutassim y Chamies, en los que Gadafi se apoya en los momentos de necesidad, tienen posiciones claves en el aparato de seguridad.

La insatisfacción en Libia es grande, pero hasta ahora había permanecido callada y el sistema libio sólo era criticado desde la huida al exilio. Y es que toda crítica al hermano líder y su ideología del "dominio del comité popular" acaba directamente en prisión. Pese a que Libia está mejor posicionado económicamente que sus revolucionarios vecinos Túnez y Egipto por sus reservas de petróleo y gas, muchos son conscientes de que la corrupción y el despilfarro acaban con una gran parte de los ingresos estatales. Además, los libios ocupan uno de los primeros puestos de la lista de estados árabes sin libertad de expresión, con situación comparable a otras como en Siria o la Irak de Sadam Husein. A ello se añaden las críticas de musulmanes creyentes por la interpretación poco ortodoxa del islam que hace el jefe de Estado.

Los islamistas son, según los expertos, el grupo de oposición mejor posicionado en el país. En sus protestas en Bengazi y Misrata gritaban que el pueblo derrocará al régimen al igual que en Egipto. Pero de forma diferente a lo ocurrido en ese país y Túnez, también se escucharon muchos eslóganes religiosos como Dios es grande y Muamar (al Gadafi) es el enemigo de Dios.

masacre Lo cierto es que la situación en Libia se ha deteriorado sustancialmente en las últimas 48 horas, durante las protestas contra el régimen de Muamar al Gadafi, en las que han muerto 173 personas, según HWR, mientras que algunos testigos estiman que son más de 200 las víctimas, en su mayor parte por armas de fuego. La organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW) informó que se han registrado 173 víctimas mortales en todo el país desde el comienzo de las protestas, el martes pasado.

Según HRW, total de 55 de las víctimas habrían perdido la vida en las protestas en Bengasi, la segunda ciudad más grande del país y situada a unos 1.200 kilómetros al este de Trípoli. Ante la censura total impuesta por el régimen libio sobre los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes que piden el fin del régimen de Gadafi, no hay ningún balance oficial sobre el número de muertos y heridos.

Sin embargo, algunos testigos presenciales, entre ellos el periodistas Sami Mahmoud, así como el abogado Mohamed Abdallah, dijeron ayer a la televisión qatarí Al Jazeera que el número de muertos en Bengasi supera los 200 y los heridos ascienden a unos 900. El periodista indicó que solo por la mañana al menos 100 cadáveres han sido recuperados del hospital de Jala para ser enterrados. Un médico de dicho hospital, quien pidió mantener el anonimato, dijo a dicha cadena de televisión que numerosas personas que han muerto en los enfrentamientos en Bengasi y que fueron trasladadas a ese centro médico presentaban impactos de bala en la cabeza o en el abdomen. El abogado Mohamed Abdallah ha señaló por su parte que miembros de los servicios de seguridad libios ayudados por "mercenarios africanos pagados por el clan Gadafi para reprimir a los manifestantes" cometió "una verdadera matanza" en Bengasi. Pese al clima de terror que reina, entre 20.000 y 30.000 personas salieron a las calles de dicha ciudad esta tarde para exigir la caída del régimen del líder libio, según las fuentes.

Genocidio en derna Otros testigos señalaron que cascos amarillos, como se les llama a los considerados mercenarios de diferentes nacionalidades africanas, perpetraron "un genocidio" en la ciudad Derna, también en el este del país, donde había cadáveres calcinados en la carretera que va al aeropuerto. La ciudad de Derna, según el mismo testigo, está totalmente "asediada" por tropas armadas y sus habitantes no tienen alimentos ni otros productos básicos. Por otra parte, la ciudad de Zouia se encuentra "bajo el control de los manifestantes", según explicó un activista de derechos humanos.

Según el Gobierno, las fuerzas del orden han detenido a varias decenas de extranjeros, "especialmente entrenados y dotados de planes precisos para sembrar disturbios en el territorio libio", según reza el comunicado oficial difundido por Jana, que indica además que se trata de una "red entrenada para destruir la estabilidad del país, la seguridad de sus ciudadanos".