SIDNEY. Pese a que la explosión ocurrió el viernes pasado, los equipos de rescate aún no han logrado entrar en la mina, que se encuentra en la falda de una montaña en la costa occidental de la Isla Sur, porque temen que, por los gases que hay en el interior, se pueda producir un incendio en cualquier momento.

El comandante de la Policía Gary Knowles ha dicho que la "probabilidad" de que se pueda rescatar a los mineros "está disminuyendo" y "hay que ser realistas". Las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad y difundidas este martes por la empresa propietaria de la mina de carbón, Pike River Coal, muestran la gran fuerza de la explosión, que además duró casi un minuto.

El director ejecutivo de Pike River Coal, Peter Whittall,, que ha comparado el pozo de la mina con el cañón de una pistola, ha explicado que "la duración y la violencia que muestra el vídeo (...) muestran que fue un suceso bastante significativo".

Los esfuerzos para realizar un agujero de 15 centímetros de diámetro y 162 metros de profundidad para acceder a la mina se han ralentizado porque se ha alcanzado una roca dura, y aún faltan 10 metros para llegar al pozo principal.

BUSCAR SEÑALES DE VIDA Los equipos de rescate pretenden examinar la calidad del aire e introducir cámaras y equipos de audio en la mina para averiguar si hay alguien con vida. Whittall ha dicho que se ha bajado una cámara a través de un estrecho agujero por el que entra oxígeno a una de las zonas de seguridad del pozo principal, pero lo único que se ha observado son los daños causados por la explosión.

Ya ha llegado a la mina el robot que va a sustituir al que se rompió este martes al mojarse cuando había recorrido unos 550 metros de los 2,3 kilómetros que mide el pozo. Este contratiempo generó enfado y frustración entre los familiares de los mineros.

Laurie Drew, cuyo hijo de 21 años, Zen, se encuentra atrapado, ha declarado a la agencia Reuters que "cada vez es peor". "La frustración, la ansiedad, el enfado, está saliendo todo a la superficie (...). Los sentimientos de la gente han llegado a un estado de crisis", ha manifestado.

Los equipos de rescate también han usado instrumentos de medición sísmica para saber si hay algún superviviente intentando comunicarse dando golpes en la roca o en tuberías, pero no se ha oído nada.

La agonizante espera para saber qué ha sido de estos 29 hombres ha consumido a Nueva Zelanda. El primer ministro, John Key, ha dicho en el Parlamento: "Nuestros pensamientos están ahora con las familias de los mineros y con el sentimiento de desesperanza que deben tener".

Los mineros, cuyas edades van desde los 17 hasta los 62 años, tenían cada uno un kit de respiración de emergencia, que les debería haber proporionado aire durante una hora como mucho, y la comida y el agua que se llevaron para la jornada del viernes.

Las autoridades han dicho que es posible que los mineros, que estaban trabajando en distintas zonas de la mina pero a cientos de metros de distancia los unos de los otros, se hayan agrupado en lugares donde hay aire limpio y estén esperando a que los rescaten, pero esta posibilidad parece más improbable cada día.

Dos trabajadores lograron escapar de la mina tras la explosión con tan solo heridas leves, pero no pudieron indicar a los equipos de rescate dónde podrían estar sus compañeros, entre los que hay dos británicos, dos australianos y un sudafricano.