bruselas. Cien días sin gobierno estable. Este es el tiempo que ha transcurrido desde las elecciones legislativas anticipadas celebradas a mediados de junio en Bélgica y el tiempo que los partidos políticos llevan intentando formar un ejecutivo federal hasta ahora sin éxito alguno. Pese a los dos mediadores nombrados por el rey Alberto II para desbloquear las conversaciones, las discrepancias entre nacionalistas flamencos y socialistas francófonos, entre norte y sur, siguen tan vivas como siempre. Tras más de tres meses bajo una continua escalada de las tensiones, Bart De Wever (N-VA) y Elio Di Rupo (PS), los dos grandes vencedores en junio pasado, se han dado una nueva oportunidad. Esta vez sí, puede ser la última. En una semana decidirán si hay base para seguir negociando o tiran definitivamente la toalla.
Como telón de fondo al estancamiento de las negociaciones persisten profundas divergencias sobre el modelo político que persiguen unos y otros. Los nacionalistas quieren autonomía fiscal, mientras que los francófonos se resisten a fijar de antemano la revisión de la ley de financiación, uno de los asuntos básicos en estas conversaciones. En todo caso, la tensión ha llegado hasta tal punto que cada vez son más los francófonos que admiten que no hay más remedio que plantearse un Plan B. "No podemos ignorar que gran parte de la población flamenca desea la secesión, así que tenemos que prepararnos para el fin de Bélgica", admitía hace unas semanas la número dos de los socialistas y actual ministra en funciones, Laurette Onkelix.
sin temores Una palabra que hasta ese momento era considerada por muchos un tabú, pero que cada vez son más los políticos de Valonia que la pronuncian sin temor. Y es que detrás de los fallidos intentos hay una absoluta falta de confianza. Desconfianza de los flamencos porque creen que una vez más se niegan a asumir sus responsabilidades financieras, a gestionar directamente la región; mientras que los francófonos temen que una autonomía de este tipo sea el primer paso hacia la temida separación. Una posibilidad que hace tiempo dejó de ser una mera hipótesis y que puede ser una realidad.