La Cumbre sobre el Cambio Climático de Copenhague es esperada por la comunidad internacional como un paso crucial para lograr una respuesta global a la amenaza del cambio climático causado por las actividades humanas.

El objetivo de la ONU de reunir a la mayoría de los líderes mundiales va por buen camino, ya que unos 65 jefes de Estado y de Gobierno han confirmado su asistencia a la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC), del 7 al 18 de diciembre.

Entre ellos están el presidente francés, Nicolas Sarkozy, el primer ministro británico, Gordon Brown, la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente brasileño, Lula da Silva, y los líderes de los dos países más contaminantes del planeta, el presidente Barack Obama, de EEUU, y el primer ministro chino, Wen Jiabao.

Obama irá a Copenhague el 9 de diciembre, antes de recoger en Oslo el premio Nobel de la Paz.

El máximo responsable de los preparativos de la cumbre, Yvo de Boer, calificó de "crucial" la asistencia de Obama para alcanzar un acuerdo. "Hay demasiado en juego. No queda tiempo para maniobras técnicas ni para estrategias nacionales", dijo. El objetivo principal es lograr un documento vinculante, sucesor del Protocolo de Kioto (1997), que comprometa a ricos y pobres a contribuir al descenso de las emisiones contaminantes, para mantener la subida de las temperaturas en este siglo por debajo de un nivel considerado peligroso de dos grados centígrados.

Si bien hasta ahora las perspectivas eran sombrías, la presencia en Copenhague de Wen y Obama y los recientes anuncios de EEUU y China de su intención de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero dejan paso a la esperanza. Washington ha ofrecido rebajar sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 17% hasta 2020 con respecto a 2005 y China reducir su "intensidad de carbono" (la cantidad de CO2 emitido por cada unidad de PIB) entre un 40% y un 45% con respecto a 2005 para el año 2020.

Por su parte, la Unión Europea se ha comprometido a recortar hasta 2020 sus emisiones de CO2 en un 20% respecto a los niveles de 1990 y ha ofrecido elevar esa reducción al 30% si otros países contribuyen asimismo con "esfuerzos comparables". Sin embargo, estos objetivos son bastante menos ambiciosos que los fijados por la CMNUCC de disminuir entre un 25% y un 40% las emisiones con respecto al año 1990 para 2020. De Boer desea que en Copenhague se logren medidas que puedan adoptarse inmediatamente, en lugar de una larga demora para aplicarlas, como sucedió con el Protocolo de Kioto adoptado en 1997 en esa ciudad nipona, que no entró en vigor hasta 2005.

quien contamina, paga Bajo el eslogan de "quien contamina, paga", el secretario ejecutivo de la CMNUCC cifró en unos 10.000 millones de dólares anuales la cantidad que las naciones industrializadas deben aportar a corto plazo para que los países en desarrollo puedan contribuir a mitigar las emisiones y además adaptarse a los efectos del cambio climático.

Diversos modelos de desarrollo climático indican que un aumento de 2 grados centígrados de la temperatura del planeta podría causar una caída de entre el 5% y el 20% de la producción de cereales en Asia meridional, en el Sudeste asiático y en el África subsahariana. Y un grupo de 26 científicos reunidos bajo el nombre de "Diagnóstico Copenhague" advierte de que si se quiere limitar el calentamiento a un máximo de dos grados por encima de los valores preindustriales, las emisiones "deberán tocar techo entre 2015 y 2020 y después descender rápidamente". Según ellos, para estabilizar el clima se necesitará una sociedad global "descarbonizada" con emisiones de CO2 de casi cero mucho antes de que termine este siglo o, puesto en cifras: las emisiones per cápita en las naciones ricas deben descender entre el 80% y 95% respecto al nivel del año 2000.

El cambio climático plantea otro tipo de desafío a 42 países isleños de escasa elevación sobre el nivel del mar -como la isla pacífica de Tuvalu, con una altura máxima de 5 metros-, que pueden desaparecer bajo el agua de aquí a 2050 si se materializan las teorías sobre el deshielo de los casquetes polares.

Copenhague deberá también abordar la acidificación oceánica y los acontecimientos climáticos extremos, como las tempestades, lluvias torrencales y fuertes sequías, así como la deforestación, pese a haberse frenado la tala de bosques tropicales en Brasil.

A largo plazo serán necesarias, según la comunidad científica, medidas que promuevan la eficiencia energética y tecnologías con bajas emisiones de carbono para conseguir una mitigación rápida, sostenida y eficaz basada en la coordinación global y regional.