La entrada en vigor, ayer 1 de diciembre, del Tratado de Lisboa supone la culminación de un esfuerzo titánico iniciado a fines de 2001 con el objetivo de dar a la Unión Europea (UE) un marco jurídico que potencie sus capacidades como bloque unido, en economía, política o en su presencia exterior. "Hoy (por ayer) comienza una nueva era de cooperación en la UE. La UE será más eficaz, moderna y democrática para todos los ciudadanos. El Tratado nos da el instrumento para trabajar con mayor eficacia en pro de los ciudadanos", aseguró ayer el primer ministro sueco y presidente de turno del bloque, Fredrik Reinfeldt.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, subrayó que con el nuevo texto, el ejecutivo de los 27 "concentrará toda su energía en los temas que son realmente importantes". En ese sentido apuntó directamente a "la búsqueda de soluciones para la crisis económica" y sus efectos devastadores sobre el empleo.
El primer paso para lograr el Tratado de Lisboa se dio en la cumbre de Laeken, en 2001, cuando los jefes de Estado y gobierno del bloque comunitario decidieron poner en marcha una convención que preparase una "Constitución Europea", la cual, ahora modificada, se ha rebautizado como Tratado de Lisboa, el nuevo texto que supera definitivamente al obsoleto Tratado de Niza (2001).Han pasado ocho largos años de trabajo, tiempos duros, crisis, y varios reveses para que ayer casi 500 millones de ciudadanos europeos puedan alzar sus copas y brindar por la entrada en vigor del nuevo texto que reforma los tratados fundacionales de la Unión Europea.
socios Justo dos décadas después de la caída del Muro de Berlín, de la desaparición del Telón de Acero que dividía a Europa en dos hemisferios antagónicos ideológicamente, y de la reunificación de Alemania, la UE ha logrado -finalmente- modificar su arquitectura institucional para un bloque que, de 15 socios en 2001, ha pasado a los 27 actuales.
Una de las "pesadillas" que tanto preocupaban a los más entusiastas pro europeos hasta ahora era la posibilidad, bajo el Tratado de Niza, de lograr mayorías de bloqueo, vetos tácitos a la construcción de la Europa política.
Gracias al Tratado de Lisboa los bloqueos serán mucho más difíciles. El papel del Parlamento Europeo (gracias a un creciente papel de "codecisión" con el Consejo) será reforzado, pero sobre todo se abre la posibilidad para que sean los Parlamentos nacionales de los 27 socios comunitarios los que "colegislen" en muchas áreas.
Otra de las novedades del nuevo texto es la creación del puesto de "presidente estable" del Consejo Europeo, estrenado por el ex primer ministro democristiano belga Herman Van Rompuy. Su tarea será de "árbitro y moderador" de las reuniones de los jefes de Estado o gobierno de los 27, lo que dará mayor coherencia política al bloque. También supone una primicia el nacimiento del nuevo "servicio exterior" de la UE, bajo la batuta de la nueva "Alta Representante", la británica, Catherine Ashton.