Qué noche la de aquel sábado en Turín para la prensa de orden. El televoto popular aupó a Ucrania a derrotar a Putin y Chanel se alzó sobre el rojoseparatismo que poco menos la había querido llevar a la cheka. ¿Qué exagero? Van a ver cómo no.

"Chanel se impone al sectarismo en el Eurovisión de la paz", titula el editorialista de El Mundo, arrodillado ante la triunfadora: "Haciendo oídos sordos a los trasnochados argumentos de quienes han arrostrado con el feminismo tradicional por razones de populismo partidista, la cantante española defendió hasta el final su capacidad para personificar el perfil de mujer moderna, capaz de representar la reivindicación femenina de un espacio propio luchando contra los prejuicios, no sólo ya machistas, sino también falsamente feministas. Chanel, en fin, ha sido un éxito que se ha impuesto al sectarismo en un Eurovisión donde la unidad ante la tragedia de un pueblo hizo del certamen un emocionante alegato contra la guerra".

En la página anterior, Federico Jiménez Losantos dictamina el mismo resultado: "La izquierda pierde Eurovisión". Y luego nos cuenta que, aunque había dejado de ver Eurovisión, este año hizo una excepción, y se lo pasó bomba: "Pero el sábado disfruté horrores con el voto popular a Ucrania, y los ocho «twelve points» de nuestra triunfadora, que lo fue. Tanto, que hace prodigios. Mónica García (Me-Ma), olvidando las atrocidades que le decían los suyos, felicitó a Chanel. Y esta semana, en vez de «incorregible» llamó a Ayuso «incorruptible». Confesión sincera, pero inesperada. ¡Milagros de Eurovisión!".

De Jiménez a Giménez, Miquel, este con G, se desmelena metafóricamente en Vozpópuli, y nos cuenta "Por qué odian a Chanel". Tomen nota: "Y es que el frente popular 2.0 odia a Chanel. Ella representa todo lo que ellos jamás podrán ser. Chanel es una profesional de la música y de la danza, tiene un notable currículum profesional a sus espaldas a pesar de su juventud, viene de Cuba y no es comunista, vive en Cataluña y no es separatista, y, para más INRI, no reniega de España, al contrario, sale con nuestra bandera haciendo gala de ella".

La lista la continúa Cristian Campos en El Español: "De Chanel les molesta también la desacomplejada frivolidad de su canción en oposición a la banalidad ideologizada de los temas que ellas preferían. Pero también su vitalismo y su energía. Les molesta que Chanel no haya utilizado su condición de inmigrante para victimizarse racialmente. Y les molesta, finalmente, la también desacomplejada carnalidad de una canción, una intérprete y una escenificación que glorifica todo aquello que ellas odian. Es decir, y para no extenderme demasiado, la juventud, la fuerza y la belleza". La pieza se titula "Lo que les pasa, Chanel, es que son unos tristes".

Pues no está ahí todo lo que supuestamente hace a Chanel antipática ante la izquierda. Aquí viene Juan Carlos Girauta (ABC) con más: "Chanel no les gustó en su momento porque estaba buena, interpretaba con todo el cuerpo una canción gachona y no problematizaba nada. Como ustedes saben, la nueva casta parasitaria se gana la vida problematizando lo normal, tipo regla y tal. El sábado, la gracia, que toca a quien quiere, devolvió la alegría hasta a los sonsos y las sonsas, redimiendo por una noche a la casta parasitaria neopuritana y empoderante que le habían negado a nuestra Chanel el pan y la sal y alimentado su acoso en las redes. La belleza puede con todo".

Por casi idéntica liana argumental se descuelga Chapu Apaolaza en La Razón: "A Chanel querían cancelarle la cintura y las cachas, los ojos y la letra de las canciones. Así que nuestros héroes de la canción protesta resultaron ser Chanel -que sí canta y sí baila- en Eurovisión y Manolo Escobar sonando sobre las azoteas del «procés», quién nos lo iba a decir. Llama la atención aunque cada vez menos que sea la izquierda ultraortodoxa la que pretenda ir por ahí cubriendo a las mujeres descocadas, midiendo sus escotes y juzgando en transversales comités si es que se contonea demasiado, si luce carne o va provocando en el público masculino no sé qué reacciones emocionales que podrían no conducirse por el camino de la virtud necesaria del feminismo radical".

Voy cerrando este repaso en varios sentidos de la palabra en El Debate. "Repaso del chanelismo a la izquierda amargada", festeja Luis Ventoso, antes de cascarse una tesis doctoral sobre lo que representa la artista. Tomen nota: "Su buen resultado retrata a una izquierda española de rictus siempre amargado, que por supuesto se ha aprestado a felicitarla hipócritamente una vez que la apuesta ha salido bien. En resumen: el chanelismo, que es liberal y valora el esfuerzo personal, le ha dado un repaso al progresismo".

Y como guinda bañada en aguardiente, también en el diario catolicón, nos encontramos a un tipo llamado Rodrigo Pinedo que se sube a lo más alto del trapecio con pieza titulada "Del chanelazo al sanisidrazo". Y sí, efectivamente, la miga va de comparar a Chanel con San Isidro, se lo juro: "Lo que sí veo es que Chanel es una curranta y que ha conectado con gente del mundo entero, más allá de lecturas ideológicas. Igual que nuestro patrón. A ver, que lo explico a slow mo, mo, mo, mo, mo: san Isidro no fue un hombre de grandes teorías, sino que fue un hombre cercano a los vecinos de Madrid, familiar, muy trabajador. Con una profunda fe, su testimonio ha llegado a los lugares más recónditos... ¿Acaso no se merece nuestro voto?". Ahí queda eso.