Se tiene uno que frotar los ojos. Francisco Marhuenda en persona denuncia en sus letras de hoy "El ardor patriótico mediático". Palabra que es el título de la pieza, cuyo argumento se resume, en esencia, en las siguientes líneas: "No ayuda mucho a resolver la grave crisis de Ceuta el ardor patriótico mediático que muestran algunos políticos, analistas, periodistas y politólogos arreándole a Marruecos y despotricando, con esa característica arrogancia eurocentrista, al régimen marroquí y su monarca. Este conflicto necesitaría prudencia y rigor, pero parece que no vivimos tiempos de templanza y sosiego sino de exabruptos". De verdad, Marhuenda.

Conste que la sorpresa había empezado unas páginas antes, al ver que el editorial de La Razón lleva por encabezado "Urge reconstruir las relaciones con Rabat". Resulta que la doctrina de estos días atrás era que había que ser contundente en la respuesta a Marruecos. Hoy, sin embargo, se piden paños calientes: "Toca ahora, con cierta urgencia, reconstruir unas relaciones bilaterales que, pese a todo, suelen discurrir por el camino del progreso común, como prueban las estrechas relaciones comerciales que mantienen los dos países, con España como vía privilegiada para el acceso a Europa de las exportaciones norteafricanas, desde el convencimiento de que un desencuentro permanente generará más perjuicios que beneficios a las dos partes".

En Libertad Digital encontramos a Cristina Losada quejosa por la blandenguería de sus conciudadanos, que prefieren ver a los soldados salvando niños en lugar de pegando tiros. Lean: "A tenor de lo visto estos días, no está claro que España quiera un ejército. Los que estaban visiblemente incómodos con su despliegue en Ceuta no lo quieren, seguro. Pero es dudoso que lo quieran muchos de los que no se manifestaron en contra. Tampoco está claro, es verdad, qué es lo que quieren unos y otros, pues el Estado Emotivo es un estado que rehuye lo racional, pero lo más próximo a esta querencia actual española, como se ha dicho más de una vez, sería un ejército-ONG".

De algún modo, por ahí va también Miquel Giménez en Vozpópuli. Le sobran los solidarios sensibleros: "Me parece a mí que tanto sermón acerca de lo poco solidarios que somos nos está convirtiendo en un pueblo flojito, cobardica, achantado, sin punch. Insisto, a mí no me da la real gana. Con todos los defectos que ustedes quieran, pero somos cojonudos, mucho más que otras naciones que se las dan de estupendas y se pasan el día afeándonos la conducta". Esto último debe pertenecer al género del ardor patriótico que señalaba Marhuenda.

"Somos cojonudos", decía Miquel Giménez y viene a constatarlo el veterano Abel Hernández, cuya moraleja de la crisis de Ceuta es la que van a leer: "En fin, en este retrato o selfi de España hay algo que nos favorece y nos enorgullece. Miles de muchachos marroquíes huyen de su tierra, dejan su casa y se van con lo puesto, en cuanto han visto un resquicio, en busca del paraíso. Y para estos niños y estos jóvenes el paraíso es España, al otro lado de la valla".

No va a ser fácil que Hernández le convenza a Federico Jiménez Losantos, que sigue cenizo y bilioso. Y fíjense que ayer aseguraba que en la disputa con Mohamed VI, él estaba con Sánchez. Pero hoy ya no: "Pero con Sánchez y sus aliados comunistas hemos vuelto a los tiempos de Zapatero y encima como socios preferentes del narco-régimen venezolano. Por eso Biden, mesías de la progrez, llama al presidente de Burkina Faso y no a Sánchez. Es probable que Rabat votara en Madrid el 11-M de 2004. Desde entonces no levantamos cabeza".

En ABC, Luis Ventoso elogia a la ministra Margarita Robles, que según dice, es la única del Gabinete Sánchez que le ha puesto las peras al cuarto a Marruecos. Lo sorpendente es que después de escribirlo, se contradice y eleva la contundencia del mensaje a todo el Gobierno. ¿Y eso? Era el modo de que le cuadrara el siguiente argumento: "Y este Gobierno, que como debe ser se planta enérgico ante la provocación de Mohamed VI, en el plano doméstico se dedica a hacer gracias y mercedes a los peores enemigos de la nación española. Resulta descorazonador, por ejemplo, cómo el presidente y sus ministros pelotillean en el Congreso a los diputados separatistas que les interpretan mientras se encorajinan con los de PP y Vox, que tienen como principio irrenunciable la defensa de la unidad de España y sus intereses. Así que patriotismo sí, por supuesto, pero con todos".

Ya hemos visto estos días atrás tirabuzones parecidos para meter en la misma coctelera al enemigo exterior y a los interiores. Conociendo las obsesiones de Jorge Fernández Díaz, ya imaginarán que el exministro no ha sido capaz de ceder a la tentación: "Mientras afirma tajante que no se va a permitir ninguna amenaza a nuestra soberanía en Ceuta, gobierna con el apoyo de quienes ejecutaron un golpe de Estado para conseguir la secesión de Cataluña desde la Generalitat, a los que quiere indultar sin manifestar ningún arrepentimiento por ello. Sería deseable que la misma aparente firmeza exhibida ante la situación de Ceuta, se mostrara también con los que violan la ley y ofenden a España a la orden del prófugo de Waterloo".

Como guinda amarga, les copio y pego la insensible narración de lo que ha ocurrido esta semana, en la pluma de Karina Sainz Borgo: "Marruecos abrió su frontera para facilitar la salida de 8.000 personas hacia España: decenas de miles de hombres, mujeres y niños cruzando a nado o sobre embarcaciones de hule. Los más pequeños, bebés apenas, perdieron el chupete en la travesía, sólo les quedaba aún prendido del labio el anzuelo que los arrastró hasta allí". Me muerdo las ganas de apostillar.