En el día de la verdad, la prensa diestra amanece sobreexcitada. Clama La Razón en su primera que lo de hoy en Madrid es "Un voto en clave nacional". Por si quedan dudas, en el editorial se versionea: "Unas elecciones más allá de Madrid". El cuento de la lechera, ya lo saben, es que la victoria de Ayuso (con o sin Vox) será solo el principio del gran asalto a Moncloa. Así lo sueña en su desbarre diario el exministro Jorge Fernández-Díaz: "Hoy puede ser el principio del fin del Gobierno de Sánchez, y por ello mismo es un test casi a mitad de mandato que señala un cambio de rasante de una legislatura para olvidar".

En la página anterior, Abel Hernández tiene el mismo sueño tórrido: "Del resultado final de estos comicios regionales dependerá, sobre todo, la pervivencia del sanchismo y la duración del actual Gobierno de coalición que encabeza Pedro Sánchez. Y si se confirma el resonante triunfo de Isabel Díaz Ayuso, hay ya quien propone que sea ella la que encabece el cartel electoral del Partido Popular en las próximas elecciones generales, reagrupando bajo su desacomplejado liderazgo a todo el centro-derecha".

Hay quien va más lejos, como Jorge Vilches, que ya sabe incluso cómo a responder la izquierda tras su segura derrota. Lo adelanta en Vózpuli: "Lo que está en la cabeza del sanchismo es cómo presentar la debacle el 5-M y contraatacar. Habrá campaña pedagógica desde el gobierno socialcomunista y sus medios afines. Adelantemos las excusas. Se pueden cifrar hasta cinco bloques: ataques personales a Ayuso, a Casado y a Madrid, junto a justificaciones del proyecto propio y críticas a Iglesias. También habrá cortinas de humo, como los fondos europeos, o la memoria histórica".

Otros amanuenses prefieren ser más cautos y emplean su pluma para arengar a la parroquia ayusista a no quedarse en casa. Isabel San Sebastián, que en 2001 ya probó la hiel de palmar unas elecciones que se daban por ganadas —aquellas de Mayor Oreja y Redondo Terreros—, dispara su último cartucho dialéctico en ABC: "La libertad se enfrenta hoy al matonismo y la mentira en una batalla decisiva. Una batalla en la que nos jugamos la democracia, escarnecida por las fuerzas que gobiernan España y aspiran a tomar también la Comunidad de Madrid, principal bastión de la resistencia a sus pretensiones liberticidas y a sus maniobras rastreras. Una batalla a vida o muerte económica, en sentido literal".

Tirando de menos épica, haciéndose incluso el desganado, Gabriel Albiac también anuncia su voto: "Votaré bajo la constricción de la legítima defensa: votaré contra lo demasiado inaceptable, contra la sobredosis de envilecimiento que nos enfangaría a todos. Contra eso votaré: contra ese fascismo emergente que es la ola populista. Frente a la cual no veo más dique eficaz, hoy, que el Madrid de Ayuso".

No nos sorprende el voto del filósofo que un día fue de lo más zurdo, y tampoco nos revela nada nuevo el editorialista de El Mundo. "Díaz Ayuso y la onda expansiva nacional del 4-M" es el pomposo título, cuyo resumen es el que imaginan: "Está en juego el mantenimiento del modelo liberal que ha convertido a esta región en la locomotora de España frente a las viejas y caducas recetas intervencionistas de una izquierda que sigue siendo refractaria a asumir el papel del sector privado en el desarrollo económico. El proyecto liberal que encabeza Ayuso representa la némesis del Gobierno de Sánchez, erosionado por su nefasto manejo del Covid y dependiente de los separatistas. Moncloa empieza a prepararse para una previsible derrota y de ahí que alegue que el 4-M no es extrapolable".

Como acompañamiento, una loa con lira de Jorge Bustos a la heroína que arrasará esta noche: "Dicen que Ayuso cuando habla ofende sin proponérselo, pero solo puede ofender a quien, harto de la alabanza de la corte y del menosprecio de su aldea, la escucha con el complejo periférico empinado o la superioridad moral en guardia. Lo que irrita de Ayuso es que gobierne para el pueblo y no para los curas de progreso. Por eso gusta a los filósofos laicos como Savater".

Catalunya mira con envidia y ansiedad

Les evito más lisonjas a Ayuso y voy entrando en una curiosa constatación. No son pocos los opinateros que están viendo senyeras ante los comicios de hoy. Pablo Planas es uno de ellos. Esto escribe en Libertad Digital: "Las elecciones se siguen con sumo interés en Cataluña. El separatismo en pleno está con Iglesias, Mónica García y Gabilondo y aboga por una subida generalizada de los impuestos que convierta la Comunidad de Madrid en un infierno fiscal como el de la región catalana, donde se paga más por todo para que la Generalidad pueda abrir más embajadetas y Puigdemont viva como un monarca republicano en Waterloo".

La interpretación no es muy diferente a la que lanza Josep Martí Blanch en El Confidencial: "Para el soberanismo pragmático que encarna ERC, es muy importante que el PSOE no sufra un descalabro en la Comunidad de Madrid. El riesgo de que los socialistas entren en modo revisionista sobre su estrategia política a resultas de un abultado fracaso en nada puede favorecerles. Los republicanos de Oriol Junqueras necesitan que los tambores que siempre anticipan el escenario de precampaña de unas futuras elecciones generales se mantengan en silencio".

Miren por dónde, un catalán va a cerrar la colección de cortapegas de esta jornada de urnas en la Comunidad de Madrid. Se trata de Miquel Giménez, que esta vez cambia la bilis hirviente habitual de sus escritos por un lirismo confiado en la victoria de la derecha. O sea, de la derrota de la izquierda: "Ustedes son muy libres de depositar la papeleta que gusten, pero sería bonito que mañana, cuando los satélites meteorológicos - perdona, madame isobaras - pasen por encima de nuestra patria viesen como Madrid le guiña el ojo al resto de territorios que la componen, en clara alusión a que esto no es, parafraseando a Winston Churchill, el principio del fin sino el final del principio". Mañana les cuento cómo ha ido la cosa. Están citados.