Llegó a presidente de Uruguay, lo fue entre 2010 y 2015, pero decidió renunciar a vivir en la residencia presidencial para continuar en la granja de su mujer en las afueras de Montevideo y rechazó los coches oficiales para desplazarse en su viejo Volkswagen Escarabajo de 1987. José ‘Pepe’ Mujica es la prueba de que no todos los políticos son iguales y de que el poder no está necesariamente reñido con la austeridad. Su lucha por la igualdad, la importancia que en su política cobraron la educación y la conservación del medio ambiente y su esfuerzo por el diálogo y la cooperación marcaron una intensa trayectoria vital que mantiene a sus 88 años.
Con sangre vasca e italiana, nació en la capital uruguaya en 1935 y con sólo seis años perdió a su padre. Completó los estudios primarios y secundarios, pero no terminó el Bachillerato, en una época en la que practicaba el ciclismo.
La influencia de un tío de su madre le hizo afiliarse con 20 años al Partido Nacional (centroderecha democristiana, aunque él se consideraba ateo), en el que fue secretario general de la Juventud. El triunfo en las elecciones de 1958 lo llevó a trabajar para el Ministerio de Trabajo, aunque cuatro años después abandonó el partido para crear la Unión Popular junto al Partido Socialista. Su estreno en las elecciones fue estrepitoso y a partir de ahí llegaron los años más complicados de su vida.
Comenzó en el conservador Frente Nacional pero pronto cambió el centroderecha por la izquierda.
Etapa como guerrillero
En 1964 se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y participó en operativos guerrilleros. Un encuentro con la Policía le llevó a la clandestinidad en una época de crisis económica que afectó a las instituciones políticas. Crecieron los conflictos y durante la presidencia de Jorge Pacheco se instaló la guerra de guerrillas por parte de grupos de izquierda, entre ellos el de Mujica.
En 1970, Pacheco encomendó a las Fuerzas Armadas la lucha contra la guerrilla y en 1972 se declaró el estado de guerra. El Ejército tenía cada vez más poder y en 1973 dio un golpe de Estado apoyado por el presidente, Juan María Bordaberry, que había sustituido a Pacheco en 1972.
Prisión en la dictadura
Mujica fue herido de seis balazos en los enfrentamientos armados y acabó en cuatro ocasiones en la cárcel, aunque en dos logró fugarse. Pero la detención de 1972 resultó definitiva. Fue apresado junto a otros dirigentes tupamaros y permanecieron en prisión hasta 1985: trece años de los que once los pasó Mujica como rehén de la dictadura: sería ejecutado si la organización retomaba la lucha armada. Estos presos vivieron una incomunicación casi absoluta y sufrieron torturas físicas y psicológicas, certificadas por Cruz Roja Internacional.
Abandonó con 85 años durante la pandemia (2020) el senado y la política activa, aunque había sido elegido hasta 2025.
Amnistía y retorno a la política
El retorno a la democracia propició su liberación beneficiado por una amnistía y años después volvió a la política. Junto a otros líderes del Movimiento de Liberación Nacional y otros partidos de izquierda creó el Movimiento de Participación Popular (MPP), dentro del Frente Amplio.
En las elecciones de 1994 fue elegido diputado por Montevideo y en 1999 obtuvo un puesto en el Senado, cinco años antes de unas elecciones en las que su movimiento logró más de 300.000 votos, lo que le llevó a ser la primera fuerza dentro del Frente Amplio y a alcanzar el Gobierno.
El nuevo presidente de la República, Tabaré Vázquez, lo nombró ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca y desde esa posición se fue ganando a la gente con sus opiniones sinceras (y alguna salida de tono) y su capacidad de diálogo. Sin embargo abandonó su cargo tres años después para volver al Senado, lo que se entendió como un movimiento destinado a alcanzar la Presidencia. Su visita al matrimonio Kirchner, reivindicando el acercamiento entre los pueblos en plena crisis diplomática entre Uruguay y Argentina fue otro paso en esa dirección.
Gobierno de políticas sociales
Proclamado candidato oficial del Frente Amplio y con el apoyo del kirchnerismo, alcanzó la Presidencia en 2009, imponiéndose claramente a Luis Alberto Lacalle. A su juramento, en marzo de 2010, asistieron personalidades como Cristina Fernández, Néstor Kirchner, Hillary Clinton, Rafael Correa y Hugo Chávez.
Su ambicioso programa de gobierno, que pretendía una reforma de la Administración pública inspirada en el modelo neozelandés, se vertebró en cuatro áreas que hablaban bien de sus prioridades: educación, seguridad, medio ambiente y energía, y convocó a la oposición para trabajar conjuntamente en comisiones.
Aumentó notablemente el gasto social y logró bajar la tasa de desempleo mientras incrementó un 250% el salario mínimo, convirtiendo a Uruguay en el país más avanzado de América en derechos fundamentales del trabajo. Además, diseñó un plan público-privado, en el que el cedía el 87% de su salario, para que familias desfavorecidas accedieran a viviendas participando en su construcción. Mientras, él renunció a vivir en la residencia presidencial de Suárez y Reyes. Prefirió seguir instalado en la granja de su esposa, la senadora Lucía Topolansky, con la que se había casado en 2005.
Pasó 14 años en prisión, 13 de ellos seguidos (1972-85), siendo rehén de la dictadura por su actividad como guerrillero.
Otras de sus políticas más llamativas fueron la propuesta de legalizar la marihuana, los acuerdos económicos, energéticos y de tránsito con Argentina y el reconocimiento oficial de la responsabilidad del Estado uruguayo en las violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura.
Tras el fin de su Presidencia, fue elegido senador dos veces más. De hecho, debería seguir en él hasta 2025, pero en 2020 renunció por la pandemia y anunció su retirada de la actividad política, ya con 85 años, para dedicarse a la militancia popular.
Mercado y medio ambiente
En las últimas décadas se ha convertido en una de las voces que reclaman una lucha decidida por preservar el medio ambiente. En una reciente entrevista en El País, se mostraba muy preocupado. “El pronóstico de la ONU es catastrófico. Me tiene muy asustado. La ciencia nos dijo lo que había que hacer, y pasan las décadas y no lo hacemos. Lo que está fallando es la política. Estamos en un mundo sin dirección política, necesitamos un Gobierno mundial técnico-científico y ponernos de acuerdo en respetarlo, pero ningún país va a ceder por los intereses que hay detrás y por su soberanía”.
Mujica aboga por “mantener lo mejor del capitalismo”, pero tratando de “convencer a las grandes mayorías de construir otro sistema de organización humana” basado en la autogestión y en la cooperación. “Esta es una globalización que están haciendo los intereses del mercado, donde la política es un pálido espectador que va detrás. Si no la corrige, esta puede ser la última globalización del hombre”.
Su ideología en 15 frases
- “Pobres no son los que tienen poco, son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad. Si tuviera muchas cosas tendría que ocuparme de ellas y me robarían la libertad”.
- “La libertad es para que se pueda pensar distinto, porque para estar de acuerdo no se precisa libertad”.
- “Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente viva un poco mejor y con mayor sentido de la igualdad”.
- “Me comí 14 años en la cárcel. La noche que me ponían un colchón me sentía confortable, aprendí que si no puedes ser feliz con pocas cosas no vas a ser feliz con muchas”.
- “No vivo mirando para atrás, porque la vida siempre es porvenir y todos los días amanece. El hoy real nació en las cenizas fértiles del ayer”.
- “El poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes verdaderamente son”.
- “Los políticos tenemos que vivir como vive la mayoría y no como la minoría. La política es la lucha por la felicidad de todos”.
- “Arrasamos las selvas, las verdaderas, e implantamos selvas anónimas de cemento”.
- “Sí, es posible un mundo con una humanidad mejor. Pero tal vez hoy la primera tarea sea salvar la vida”.
- “Continuará la guerra hasta que la naturaleza nos llame y haga inevitable nuestra civilización”.
- “Ocupamos el templo con el dios Mercado, él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas de tarjeta la apariencia de felicidad”.
- “Si aspiráramos a consumir como un americano promedio son imprescindibles tres planetas para vivir”.
- “Dicen que el matrimonio gay es moderno y es más viejo que todos nosotros. Es una realidad objetiva. Existe. No legalizarlo sería torturar a las personas inútilmente”.
- “No es bonito legalizar la marihuana, pero peor es regalar gente al narco. La única adicción saludable es el amor”.
- “Lo inevitable no se lloriquea; lo inevitable hay que enfrentarlo”.
Orígenes vascos
Su primer apellido lo delata: Pepe Mujica tiene raíces vascas, concretamente en el pueblo vizcaíno que se llama igual, Muxika (Busturialdea), que no llega a 1.500 habitantes. Desde allí su bisabuelo paterno emigró en 1842 a Uruguay, aunque en algunas ocasiones ha situado en Cantabria parte de sus orígenes familiares. Tardó casi 80 años en conocer la tierra de sus antepasados. Lo hizo en el verano de 2013, cuando todavía era el máximo dirigente de su país. Y dos años después, días antes de su 80º cumpleaños y ya fuera de la presidencia, repitió visita para disfrutarla sin tanto protocolo.
Acompañado por su esposa, la senadora Lucía Topolansky, visitó el caserío de su bisabuelo en Muxika, rodeado por encinas de 300 años y perales, con unas vistas que abarcan todo el valle de Gernika, y demostró estar al tanto de lo que sucedía en esa tierra, destacando la “nítida personalidad” de los vascos: “Los hay de todas las tendencias políticas”, explicó, y quiso señalar con una sonrisa que las banderas de los ayuntamientos son todas “pequeñitas” salvo la vasca, “bien grande”.
Además, en septiembre de 2022 envió un vídeo al Ayuntamiento de Durango en el marco del hermanamiento de la villa vizcaína con su Montevideo natal. En esa grabación da las gracias a los vascos “por su cultura, trabajo y testarudez” y se ve a sí mismo como “una consecuencia de la historia vasca”.