En 1916, Ole Kirk Christiansen tenía 24 años. Fue un año decisivo en su vida. Por 10.000 coronas danesas fundó una carpintería en Billund, una pequeña localidad danesa ubicada en la península de Jutlandia, y se casó con su mujer, Kristine Sørensen, con quien tuvo cuatro hijos: Johannes, Karl Georg, Godtfred y Gerhardt. El taller producía puertas, ventanas, armarios, ataúdes, cómodas… Artesanía de excepcional calidad que llamó la atención de la comunidad y recogería sus frutos en un trabajo de grandes dimensiones: le encargaron levantar una iglesia, un proyecto que, no obstante, apenas le generó dinero. "Bueno, al menos ha sido por una buena causa", dijo Ole Klirk. 

En 1924 ocurrió una desgracia que, a la postre, acabaría repercutiendo en su vida y en la de millones de niños en todo el mundo. Mientras la pareja dormía una siesta, sus hijos Godtfred (4) y Karl Georg (5) jugaban en el taller. El accidente se originó cuando los pequeños prendieron fuego a unas virutas de madera. El edificio ardió rápidamente en llamas y tanto el taller como la casa quedaron reducidos a ceniza. Todos salieron ilesos, incluidos los niños. El susto fue mayúsculo. Irónicamente, el padre de familia sentenció que la quema de su primer proyecto de vida había sido un "logro".

Lo que vino a continuación fue una revolución. Según datos oficiales, en 2021 Lego facturó 7.500 millones de euros. La compañía de los cubos y las minifiguras cumple 90 años de vida. 

Son tantas las posibilidades que se pueden construir hasta ciudades. Pixabay

1. EL NOMBRE

A finales de 1935, Ole Kirk Christiansen se vio en la necesidad de encontrar un nombre convincente para su nueva empresa de juguetes. Tras haberse establecido como juguetería tres años antes, buscaba un golpe de efecto. Así que organizó un concurso entre todos sus empleados: el ganador obtendría una botella de vino casero. Finalmente, fue el mismo fundador el que resultó vencedor tras lograr fusionar las palabras danesas 'leg godt', hoy convertido en el lema de la empresa, 'jugar bien'. El nombre oficial se empezó a utilizar a partir de enero de 1936 y apelaba a dos mensajes básicos del gigante juguetero: la calidad y el derecho de los niños a disfrutar de los juguetes. 

2. OBSESIÓN POR LA CALIDAD

Ole Kirk creía firmemente en que los más pequeños merecían juguetes de máxima calidad, hechos con los mejores materiales, y que fueran duraderos. Para ello, utilizaba una metodología muy parecida a la que había aprendido en su época de carpintero con la fabricación de muebles: dejaba secar la madera de haya, primero al aire libre y ya después en el horno, cortaba, lijaba, pulía y pintaba el objeto. En sus inicios los juguetes eran de madera: coches, aviones, yoyós, patos… Una anécdota de estos primeros tiempos ilustra la obsesión del patriarca con las cosas bien hechas. 

Godtfred, uno de sus hijos, se había encargado de llevar a la estación de tren un cargamento de patos de madera. A su regreso, orgullosísimo, le contó al jefe que había ahorrado dinero a la empresa con su trabajo. "¿Cómo lo has conseguido?", le preguntó Ole Kirk. "Le di a los patos dos capas de barniz en lugar de tres, como hacemos habitualmente". El padre se puso hecho una fiera: "Trae esos patos de vuelta inmediatamente, dale la última capa de barniz, empaquétalos y devuélvelos a la estación. Y lo harás tú solo. ¡Como si te lleva toda la noche!", exclamó enfurecido. 

3. LA IRRUPCIÓN DEL PLÁSTICO

El oficio artesanal de los años 30 hace tiempo que se ha transformado. La obsesión por la calidad continúa siendo una especie de mandamiento religioso, pero la producción industrial y la globalización han cambiado las reglas de juego. Además, la empresa trabaja con plástico desde 1946: sus responsables vieron la luz (y el futuro) en Copenhague cuando descubrieron una máquina moldeadora de plástico. Se llevaron el aparato a la fábrica de Billund, donde en la actualidad trabajan menos de mil personas. Es una cifra exigua teniendo en cuenta que Lego se expande por todo el mundo con 25.000 trabajadores repartidos en Asia, Latinoamérica y Centroeuropa, principalmente.  

4. CLUTCH POWER

El secreto más importante en la historia de Lego se descubrió en 1958. Fue el nacimiento del ladrillo, tal y como hoy lo conocemos. Godtfred Kirk Christiansen y el jefe de la oficina de ventas alemana, Axel Thomsen, se enzarzaron en un largo debate para solucionar los problemas de estabilidad de los juguetes. El 'clutch power' o poder del agarre fue la salida a todos los problemas, un sencillo e ingenioso sistema que enganchaba unos ladrillos con otros gracias a su peculiar engranaje interno. El diseño sigue siendo el mismo más de seis décadas después. Los inventores sabían que estaban ante algo gordo e innovador y decidieron registrar la patente el 28 de enero de 1958. 

La construcción en 3D se desarrolla tratando de unir sus piezas. Pixabay

5. LEGOLAND… 

El primer parque de atracciones inspirado en los pequeños ladrillos echó a andar a mediados de los años 60. En su primera temporada abierta al público, este espacio levantado en un páramo de Billund, atrajo a 625.000 visitantes, el doble de lo que se había estimado. Legoland tenía un propósito lúdico, educativo y familiar: un gran tren, un teatro de títeres, una autoescuela con fines pedagógicos y, por supuesto, miles de bloques de ladrillos estaban a disposición de niños y adultos. El día de la inauguración la respuesta fue tan abrumadora que a los ejecutivos de la empresa no les quedó otro remedio que ponerse el mono de trabajo y ayudar a fregar los platos de la cocina. 

En los años 90, la fórmula del parque temático Legoland se replicó en otras partes del mundo. Entre 1996 a 2021, estos mundos de fantasía se reproducen en Windsor (Reino Unido), California, Malasia, Dubái, Japón… El noveno parque de atracciones de la compañía abrió sus puertas el año pasado en Nueva York.

6. … Y CAMPUS LEGO

La flamante y espectacular sede de Lego se inauguró en octubre de 2019 en Billund, el lugar donde empezó todo. Solo en un edificio trabajan 500 personas y se espera que en el futuro sean muchos más. Diseñado por C.F. Moller Architects, el campus ocupa una extensión de 54.000 metros cuadrados. Este espacio es un homenaje en toda regla al imaginativo universo de los bloques de juguetes. Dos de los ocho edificios incluyen zonas de juegos, salas y parques y los espacios interiores están decorados con figuras de juguete a escala. Los valores de la juguetera (constancia, trabajo, durabilidad) se combinan con la diversión en el campus.  

7. ¡QUE VIENEN LOS PIRATAS!

A finales de los 70 empezaron a llegar los primeros juegos temáticos de Lego, pero tal vez ninguno tuvo tanto tirón como el de los temidos piratas. Este producto específico nació entre 1989 y 1990 y se volvió tremendamente popular. Su enfoque era muy clásico y lo entendía todo el mundo: los piratas del Caribe se enfrentaban a los soldados de los imperios coloniales con esporádicas apariciones de las poblaciones indígenas. Las figuritas portaban armas y las caras se volvieron muy expresivas. Los modelos se habían personalizado al máximo con personajes de barbas desaliñadas, bigotones, patas de palo, garfios… 

8. UNIVERSO INFINITO

En el siglo XXI, les han sacado mucho más partido a las propuestas ingeniosas. Los piratas no fueron los primeros, pero marcaron el camino a seguir. Se calcula que desde su nacimiento en 1932 se han ideado 16.000 figuras, 65.000 piezas y 15.000 sets diferentes. Se dice pronto. Su impronta se ha extendido de tal manera en la cultura popular que queda ya poco por ser conquistado. Sagas como las de 'Star Wars' y 'Harry Potter' se han convertido en serie de bloques de construcción y han alimentado la pasión desmedida de los coleccionistas. Hasta la marca de zapatillas Adidas se ha apuntado al carro y ha colaborado con la empresa danesa para darle forma al modelo ZX 8000 Lego, con unos colores y un espíritu muy reconocibles. Su universo se expande. Y, mientras las cifras de ventas acompañen, parece no tener fin.

Los Lego se ponen al día con personajes actuales.

Los Lego se ponen al día con personajes actuales.

Un aliado infantil 

Todos hemos jugado a construir, con mayor o menor fortuna, los bloques de colores de Lego. Entretienen, estimulan la creatividad y son una interesante herramienta educativa para la comunidad adulta e infantil. Existe un consenso generalizado en señalar que las piezas de Lego contribuyen muy favorablemente al desarrollo cognitivo de los más pequeños. La cooperativa orientada a la educación Abacus, que nació en mayo de 1968 con una propuesta singular, así lo cree. Defiende el juego a capa y espada: "Se ha convertido en uno de los favoritos entre los docentes, ya que permite explorar la creatividad y fomentar el ocio".

Son todo ventajas, es difícil encontrarle alguna pega. Abre las puertas a la experimentación y se mejoran las habilidades motrices. Estimula el pensamiento matemático. "La construcción con estas piezas permite comprender el espacio, las dimensiones, las proporciones y la simetría", señalan en Abacus. Además, los alumnos no aprenden estas cuestiones más o menos complejas con un libro de texto, "sino que lo experimentan en primera persona a través de sus manos". Con Lego se fomenta el trabajo en equipo y la colaboración, puesto que se suele jugar con otras personas. Dicho de otra manera, refuerza los lazos entre todos los jugadores.

Los más pequeños pasan horas con sus 'legos'. Pixabay

"Los niños que juegan con sus padres crearán una relación sólida y fuerte. Hace que ambos trabajen de manera conjunta para conseguir un objetivo, mientras el debate y la conversación tienen cabida", añaden desde la cooperativa educativa. Por último, se aumenta la paciencia y la tolerancia al fallo. "Con el tiempo, los niños aprenden que con perseverancia las cosas acaban saliendo", afirman.