n pleno auge de la sexta ola, allá por el puente de diciembre de 2021, llamó la atención la rapidez con la que fueron ocupándose las casas rurales y los campings. El recelo de salir al extranjero y las ganas de pasar unos días tranquilos fuera de la ciudad convirtió la alternativa campista y montañera en una buena alternativa en tiempos pandémicos. Las altas cifras de ocupación han continuado en Semana Santa, ya sin la amenaza del virus, reinstalado en el subconsciente de la población como una pesadilla del pasado. El Gran Camping de Zarautz, uno de los epicentros vascos para jóvenes campistas, ha visto cómo sus instalaciones lucían un aspecto muy parecido al de épocas prepandémicas. La llegada de la primavera ha sido el empujón definitivo para que las pernoctaciones en estos terrenos delimitados, acondicionados y destinados para el hospedaje gocen de una estimable salud.
En la Real Academia Española se define el camping como “la actividad que consiste en ir de acampada”. A cambio de un precio estipulado y durante un tiempo determinado, el alojamiento en un lugar al aire libre se realiza en caravanas, carpas, bungalós, tiendas de campaña o en otra residencia eventual de fácil transporte. Su historia es centenaria y está asociada al ciclismo: a principios del siglo pasado irrumpe en Inglaterra la figura de Thomas Hiram Holding, padre del camping moderno, y autor del primer manual para campistas, ‘The Camper’s Handbook’. Publicado en 1908, Holding es conocido por haber fundado una asociación ciclista de campistas, embrión del actual The Camping and Caravanning Club, una legendaria institución del sector con 120 años de historia y que cuenta con 700.000 socios repartidos por todo el mundo.
A Thomas Holding le marcó un viaje familiar que realizó en tren con sus padres en 1853 por Estados Unidos. Cuentan que ahí desarrolló su amor por la vida recreativa e itinerante. Las primeras caravanas vacacionales nacieron en el país norteamericano a finales del siglo XIX. El doctor William Gordon Stables, ya jubilado, fue el primero. Montó una caravana con todo tipo de detalles y lujos, incluida una biblioteca móvil y una oficina donde poder escribir y dedicarse a la contemplación. Aprovechando que los días son ahora más largos y que los rayos de sol han venido para quedarse (o eso esperamos), desgranamos más detalles históricos, ventajas y beneficios sobre la práctica campista.
Hombres pioneros... Hemos mencionado la aportación fundamental de Thomas Holding, a quien también se le atribuye la primera excursión campista en Wantage, cerca de Oxford. Robert Falcon Scott y Robert Baden-Powell son otras figuras notables relacionadas con el histórico club inglés. El primero estuvo al mando de la asociación y murió en una expedición a la Antártida, víctima de un violento temporal que impidió el regreso del grupo. Lord Baden-Powell fue un destacado militar que luchó en las filas británicas entre el siglo XIX y principios del XX. Su faceta de escritor y de impulsor del movimiento scout le ha valido el reconocimiento más allá de su país: “Intenten dejar este mundo mejor de como lo encontraron”, es una de sus célebres citas. El primer campamento scout data de 1907 y lleva la firma del Lord.
...y mujeres inspiradoras. Margaret Horsfield era amiga de Thomas Holding y fue la primera mujer en unirse al movimiento campista. Creó nuevas y estilizadas tiendas de campaña, diseños muy parecidos a los que conocemos hoy en día. En 1906 se inauguró una exposición sobre productos y utensilios de acampada en el Crystal Palace de Londres y otra mujer, Elsie Wallace, ganó el premio al kit más completo. Por su parte, la alpinista Hilda Richmond demostró que las mujeres podían ser tan aventureras como los hombres. Desgraciadamente, una expedición al Himalaya en 1939 terminó con su vida. Una roca cayó sobre su cabeza y murió al instante.
Made in Euskadi. El Club Vasco de Camping Elkartea (CVCE) se creó en 1950 y fue declarada de “utilidad pública” por el Gobierno vasco en 2011. En la actualidad cuenta con alrededor de 4000 socios y está afiliado a las federaciones de montaña, deportes de invierno y camping. Su actividad se recoge semestralmente en la revista Errimaia, donde además de informar sobre las novedades relacionadas con la entidad y su intensa programación, plasman las inquietudes literarias de sus miembros. En el refugio Bortiri de Uztarroz, en el valle del Roncal, organizan cursos de distinta índole y sirve como punto de partida para realizar excursiones por el Pirineo navarro.
Armonía campista. Muchas familias eligen pasar sus vacaciones en un camping para poder disfrutar de un espacio al aire libre, amplio y seguro para los niños y con una rica oferta de ocio. Tanto los más pequeños como los adultos participan en las actividades que suelen organizar los equipos de animación en las piscinas y en los espectáculos nocturnos. Se crea muy buen ambiente y la relación con otros residentes suele ser muy cordial, dando lugar a una atmósfera agradable y relajada. Se estrechan lazos en familia y fuera de ella.
Cuestión de salud. Los beneficios para nuestro organismo son abundantes. En primer lugar, el reloj biológico se adecúa al ciclo natural de la luz solar y la oscuridad, contribuyendo así a conciliar el sueño de una manera menos artificial. Dormimos mejor. El sol, una de las principales fuentes de vitamina D, se junta con el aire puro y un ambiente tranquilo. El cuerpo genera serotonina, la llamada hormona de la felicidad. La sección deportiva y de actividades al aire libre (senderismo, escaladas, pesca, paseos a caballo) es generosa y nuestro físico lo agradecerá. Todo son ventajas para el cuerpo.
Cuestión de dinero. En tiempos de crisis o de estrecheces económicas suele ser una de las opciones más plausibles. Los precios son bastante más asequibles que si se acude a otro tipo de establecimientos hoteleros o apartamentos turísticos. Varían mucho entre un camping y otro, pero en los más baratos no debería subir de los 10 euros por persona, parcela incluida. La cifra es válida para cualquier modalidad de acampada.
Libertad. Ir de camping abre todo un mundo a niños y adultos, adaptándonos a las múltiples oportunidades que nos brinda la vida campestre. Podemos estar relajados sin salir del recinto o admirar la flora y fauna de los alrededores. La experiencia educativa para los niños es muy completa, en un contexto muy distinto al de la ciudad y con nuevos estímulos. Los campings tienen normas básicas para la convivencia, pero con una amplia libertad indumentaria y de horarios. Se aplica la vieja máxima de “vive y deja vivir”.
‘Glamping’. ¿Quién dijo que acampar era una experiencia rugosa e incómoda? Esta modalidad, extraída de las palabras glamour y camping, está a la altura del confort y los servicios que ofrecen los hoteles de lujo. Estos alojamientos de cinco estrellas están de moda. Tiendas de campaña exclusivas en lugares remotos y espacios espectaculares. Iglús con terraza y vistas a la montaña. Fincas ecológicas. Cabañas de inspiración escandinava. En Irati Barnean, ubicado en la localidad navarra de Orbaiceta, con una panorámica del gigantesco bosque de hayedos, la conexión con la naturaleza es absoluta. El ‘glamping’ es muy apreciado por parejas en busca de intimidad. Un recurso para escapadas románticas... y caprichos caros.
No hay un camping igual que otro. Ya hemos mencionado de pasada el Gran Camping de Zarautz, parada habitual de surfistas y gente joven, y los lujosos alojamientos en plena selva de Irati como dos maneras opuestas, aunque complementarias, de ejercer la alternativa campista. Salou, uno de los destinos favoritos de los vascos, alberga un camping a medio camino entre uno y otro llamado Sangulí; ni tan sibarita como el segundo ni con el perfil surfero del zarauztarra. Una opción por todo lo alto se mire como se mire. Cuenta con cinco piscinas, trece tipos de alojamientos, cuatro zonas temáticas inspiradas en rincones exóticos del mundo y hasta cinco tipos de parcelas. Está a 100 metros de la playa y ha ganado varios premios del sector en sus 50 años de historia. Cádiz es otro de nuestros destinos favoritos. En Tarifa, una de sus localidades estrella, se encuentra el camping Torre de la Peña, abierto desde 1968. Sus bungalós a pie de playa y las puestas de sol desde el chiringuito el Chozo, de uso exclusivo para los acampados, ya son motivos suficientes para ir.
La competencia es feroz en Las Landas. Le Vieux Port es un camping de cinco estrellas con precios más elevados que la media, pero al que no le falta nada. Está rodeado de un frondoso bosque que separa la carretera de la playa. En su interior, todo tipo de comodidades y servicios para niños y adultos, incluidos restaurantes, supermercados, tiendas de moda y las deliciosas ‘boulangerie’ francesas. Una ciudad dentro de la pequeña localidad de Messanges, a menos de una hora en coche de Baiona.
En Euskadi, dos opciones frente al mar cantábrico. Itxaspe, ubicado en Itziar-Deba, es conocido como el camping del flysch, el bello geoparque del litoral guipuzcoano, y ofrece la opción de reservar apartamentos. En Hondarribia, cita con todo un histórico: el camping Faro de Higuer, situado en un extremo de la localidad guipuzcoana, y que en parte fue construido por Pedro Muguruza, el arquitecto del Valle de los Caídos. Aunque sus instalaciones han quedado algo obsoletas, mantiene el encanto de lo antiguo y su espíritu de obra monumental hace que la visita merezca la pena. La ubicación es maravillosa y los precios son realmente competitivos.
“Nos gustaría ir a ‘Disneyland Paris’ y volver a México y a la República Dominicana”
“Nos gusta mucho acampar. Uno de nuestros campings favoritos es el de
Las Landas”