n tiempos de coronavirus, Suecia se salió por la tangente con un modelo propio, basado en la laxitud de restricciones y una ausencia de medidas coercitivas que sorprendieron a todo el mundo. No hubo un confinamiento, las recomendaciones de las autoridades se anteponían a las obligaciones y el caso sueco, muy estudiado, recibió tantas críticas como alabanzas.
¿El país escandinavo estaba siendo demasiado ingenuo ante la embestida de la pandemia, como sostenían algunos especialistas, o, por el contrario, su estrategia permisiva ha permitido cabalgar la crisis mejor que otros países de su entorno? Sea como sea, Suecia, el país de Ikea, Abba, H&M y eterna cuna musical, suele marcar su propio ritmo. Le gusta ir por libre.
A finales de noviembre, el parlamento sueco eligió a la socialdemócrata Magdalena Andersson para encabezar un gobierno de coalición con los verdes y los excomunistas. La primera jefa de Gobierno de la historia solo duró unas horas. En la sesión de la tarde no salieron adelante sus presupuestos y decidió dimitir. Suecia despista como los futbolistas ambidiestros, que salen por izquierda y por derecha y vuelven locos a los defensas rivales. La ambivalencia se ve muy claramente en la música.
Es la tierra del silbido más famoso del pop -‘Young folks’, la pegadiza melodía de de Peter, Björn & John, sonó sin parar en los 2000 en anuncios de televisión colándose en los salones de medio planeta-, pero, al mismo tiempo, en la tranquila y organizada Suecia conviven un puñado de bandas feroces (Hellacopters, The Hives, Turbonegro, Glucifer) que encabezan festivales de rock y beben tanto del punk como del hard rock. Una de las principales potencias exportadoras musicales del mundo se mueve entre el indie y el rock escandinavo. Dos caras de la misma moneda. En tierra de nadie quedaría Europe y el himno ochentero ‘The final countdown’, pero esa es otra historia.
Henning Mankell, referente absoluto de la novela negra europea, creador de la famosa serie protagonizada por el inspector Kurt Fallander, rebaja el mito de la calidad de vida en los países nórdicos. “Son los otros quienes han inventado que Suecia es una utopía”, dijo en una entrevista concedida en 2005. “Luchamos contra los mismos problemas que en España o Portugal, con la única excepción de que nosotros nunca hemos tenido una dictadura. En mis libros intento dar una imagen más real de Suecia. Es una de las sociedades más decentes en que se puede vivir”. Mankell falleció 10 años más tarde, en 2015, víctima de un cáncer.
Suecia, el recurrente espejo del sur de Europa, no se podría entender sin la eterna rivalidad de sus dos grandes ciudades, Estocolmo y Gotemburgo. ¿Con cuál nos quedamos? ¿En cuál se vive mejor? La respuesta va por barrios, pero tal vez pase como con la música sueca: te pueden gustar Abba y The Hellacopters y no pasa absolutamente nada.
“No nos dio tiempo a ir a visitar a nuestro hijo a Suecia, pero tenemos ganas de ir”
“Juan nos ha contado cosas maravillosas de Suecia. Nos planteamos ir ”
“Siete años después de estar en Suecia he recibido el permiso que me permite trabajar allí”