Ocurre un poco como en Bilbao, donde el suburbano se ha convertido en una atracción más de la ciudad y motivo de orgullo para sus habitantes. Recorrer las estaciones de metro es lo más parecido a estar en un museo dinámico: muchas de las paredes están decoradas por obras de arte creadas por 150 artistas, desde unos azulejos azules de estética pop en la estación de Thorildsplan al bosque de abetos de Solna Zentrum.
El metro de Estocolmo comenzó a construirse en 1944, coincidiendo con los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la red de metro se ha ido ampliando hasta alcanzar prácticamente toda la ciudad. Actualmente, consta de siete líneas y más de cien estaciones.
En Estocolmo los inviernos son peliagudos. Cuando llega la primavera, la capital, de más de un millón de habitantes, estalla en mil colores y la vida social se vuelve a reactivar tras una larga hibernación. Las catorce islas que conforman la ciudad modelan un bello entorno natural en el que no solo brillan las frías aguas del mar Báltico: el 40% de Estocolmo, también conocida como la Venecia del norte por su estrecha relación fluvial y las decenas de puentes, es verde. En 2010 fue designada European Green Capital, dos años antes que Vitoria-Gasteiz. Pero la principal ciudad sueca es bastante más que naturaleza, vida ordenada y afán estético. Lucha contra la vieja leyenda urbana: no es nada aburrida.
Más barata que la capital, también sensiblemente más pequeña (en Gotemburgo viven alrededor de 500.000 habitantes), seguimos con los giros inesperados y mitos por derribar. El suroeste de Suecia destaca por sus playas de banderas azules y la práctica del windsurf, convirtiéndose así en una especie de Tarifa escandinava. Bonita, rebosante de creatividad y muy sorprendente, por algo la revista Lonely Planet la escogió como la mejor escapada urbana de 2021, Gotemburgo es sencillamente genial. Aquí van otros cinco planes infalibles:
Puede que la idea de montarte en una feria no sea lo primero que se te pase por la cabeza, pero Liseberg es uno de los emblemas de Gotemburgo. Fuera prejuicios. Gracias a sus más de 40 atracciones está considerado como el parque de atracciones más grande de Escandinavia. En esta joyita muy querida por sus ciudadanos, las Navidades son espectaculares y en verano, gracias al buen tiempo, se puede disfrutar de un estupendo día en familia.
El pintalabios más famoso de la ciudad y de Suecia entera es otro emblema: un edificio bicolor ubicado a los pies del río Göta. Subiendo a la última planta de Läppstiftet, como se le llama popularmente, obtendrás unas inmejorables vistas de Gotemburgo. Desde las alturas, se le puede tomar el pulso a la ciudad, observar la ajetreada vida portuaria (muelles, grúas, barcos) y, por supuesto, sacarse el selfie de rigor.
Entre tanta Fika, el tradicional paréntesis sueco para tomar un café acompañado de algo dulce una o más veces al día, apetece probar otras ‘delicatessen’. El pescado fresco y el marisco forman parte del sello gastronómico de esta ciudad. Lo mejor es pasarse por The Market Hall y darse un buen homenaje al tiempo que echamos un vistazo a los puestos del mercado más grande de Gotemburgo. Dos en uno.
De museos, arte y creatividad Gotemburgo está sobrada. Entre las visitas típicas, no puede faltar el Museo de Bellas Artes o Konsmuseum, que alberga una colección pictórica con grandes nombres, desde Picasso a Rembrandt. El museo Konsthall, por su parte, abarca el arte moderno. Alrededor de la plaza Götaplatsen hay salas de conciertos, más museos, la biblioteca municipal y un teatro. Y ya si lo que quieres es disfrutar de cervezas artesanales entre gente guapa con tatuajes y pelo largo, pon tus pies rumbo a la calle Andra långgatan.
Haga es uno de esos lugares que, tras abandonar su pasado obrero y decadente, se convierten en tendencia. Su encanto es innegable, con las calles adoquinadas y pequeños negocios artesanales casi en cada esquina. Bohemio y alternativo, si se quiere es el equivalente al SoFo de Estocolmo: bares a la última, cafeterías con el exquisito gusto escandinavo, tiendas vintage, terrazas...
Fotografiska se trata de un museo de ladrillo anaranjado con un toque industrial que merece mucho la pena ser visitado. Una vez dentro, en esta espectacular franquicia fotográfica (tienen media docena de sedes repartidas por el mundo) no se andan con chiquitas.Su lema es tan épico como su propuesta, donde invitan a romper las reglas un tanto estrictas de los museos: “Una experiencia museística para un mundo moderno” es su carta de presentación. Una imagen descamisada de Mick Jagger da la bienvenida al visitante. La vida cultural del barrio gira en torno a este centro cultural que no solo se nutre de fotos: hay conciertos, exposiciones, presentaciones, cursos, eventos...
South of Folkungagatan, el SoFo, es uno de esos vibrantes barrios europeos donde la gente joven se reúne en agradables terrazas, la gastronomía es cosmopolita y variada (los vegetarianos & veganos son bienvenidos) y la vida fluye sin demasiadas preocupaciones. Por la noche los bares (indie, rock, electrónica) invitan tanto a atender a la música de los djs como a dejarse ver.
Entre bohemio y alternativo, el punto neurálgico del SoFo más animado está en la zona de Södermalm. La noche escandinava también tiene su punto, claro. Mucho ojo con los precios: las copas no resultan asequibles para el bolsillo. En Suecia el alcohol es un bien de lujo y un simple brick de vino puede llegar a costar 6 euros.
Que un país con alma y cuerpo progresista siga sustentándose en una monarquía, al menos sobre el papel, es otro de los misterios insondables de este país. El Palacio Real o Royal Palace está ubicado en el casco antiguo medieval de Gamla Stan, milagrosamente conservado si tenemos en cuenta que este barrio se fundó en 1252.
Atravesando las típicas callejuelas estrechas llegarás a territorio monárquico y con un poco de suerte podrás ver el cambio de guardia. Otros lugares con pedigrí son el Museo Nobel (donde entregan los famosos Premios), la catedral de San Nicolás y la plaza con más solera de Estocolmo, la antiquísima Stotorget y sus casitas de colores....
¿Está tu paladar listo para una infalible combinación de canela y cardamomo? En Suecia, y en particular en su capital, la fiebre por el bollito ‘kanelbullar’ llega a todos los rincones y el 4 de octubre se le dedica un día entero, Kanelbullensdag. El periódico nacional Svenska Dagbladet recomienda las siguientes pastelerías y cafeterías para caer definitivamente rendido a esta dulce tentación: Valhallabageriet, Bageri Petrus, Vete-Katten, Fabrique y Gateau, con varios establecimientos en la ciudad.
La gastronomía tanto en Estocolmo, como en el conjunto de Suecia, tiene gran parecido con la de sus países vecinos, Dinamarca y Noruega, con especial predilección por el pescado, la patata, la col y los nabos.