or qué corremos? ¿Qué es lo que nos lleva a calzarnos las zapatillas y recorrer kilómetros sin una recompensa aparente? ¿En qué pensamos cuando corremos? ¿Qué es lo que tienen las carreras populares y en especial la Behobia-San Sebastián?”. Estas preguntas, una a una, aparecen en la contraportada del libro ‘La meta está en Ítaca’ (Expediciones Polares) que el escritor de Errenteria Álber Vázquez, conocido por sus novelas de corte histórico, publicó en 2016. Se trata de un acercamiento muy singular, aderezado de referencias literarias, musicales y cinematográficas, a la prueba guipuzcoana que para el autor del libro constituye “la carrera popular más hermosa del mundo”. Asimismo, es una cita ineludible para miles de corredores, más o menos avezados, de aquí y de distintas partes de la geografía estatal y europea, que apuntan el mes de noviembre en el calendario de carreras anuales. Estos son los principales datos de ‘La Behobia’, tal y como se conoce a la prueba de manera informal: tiene 20 kilómetros de distancia y 192 metros de desnivel positivo; cuenta con un cupo máximo de 35.000 atletas, de los cuales 27.189 llegaron a la meta del Boulevard donostiarra en 2019; el precio de inscripción es de 48 euros; y el tiempo máximo del recorrido, desde la salida en Irun hasta su llegada al meollo de San Sebastián, es de dos horas y 45 minutos.

Puede que sea así y que estemos ante la carrera más hermosa del planeta. ·El ambiente es estupendo a lo largo de todo su trazado. No obstante, no está hecha para cualquiera, como recuerdan todos los años desde la organización. “Es una carrera con un recorrido muy exigente, con dos importantes altos, Gaintxurizketa (Km. 7) y el Alto de Miracruz (Km. 16), y también diversas subidas y bajadas que hay que tener en cuenta a la hora de regular el esfuerzo”. La edición de 2020 fue virtual debido a la pandemia del coronavirus y se creó una peculiar fórmula 2.0. en la que finalmente se inscribieron más de 4.500 atletas que a lo largo de una semana debían completar los 20 kilómetros. El pasado 14 de noviembre se volvió al formato habitual. La carrera popular vasca por excelencia vivió una masiva jornada en la que el guipuzcoano Eneko Agirrezabal se alzó con la victoria tras marcar un tiempo de 1:01:41. La primera mujer en llegar a meta fue Nuria Lugueros, que obtuvo un crono de 1:12:46. En total participaron más de 25.000 corredores.

Esta edición, no obstante, ha tenido que lidiar con una triste noticia tras conocerse el fallecimiento de uno de sus corredores, Héctor Vilellas Soro, un aragonés de 27 años que cayó fulminado en la zona de Ategorrieta, a unos 3 kilómetros de la llegada. El corredor sufrió un paro cardiaco y, tras haber sido atendido en el Hospital Donostia, no pudieron hacer nada para salvar su vida. Es el quinto atleta que fallece en la prueba desde 1979.

A lo largo de sus más de 100 años de historia se han vivido numerosas anécdotas, desde una petición de matrimonio durante la carrera hasta octogenarios superando una prueba tan exigente. La Behobia-San Sebastián ha atravesado tres etapas bien distintas: la de los inicios (1919-1926), la de los parones coincidiendo con la Guerra Civil y los años de la dictadura y ya, en la conocida como etapa moderna, desde 1979 hasta la actualidad. Pancho Gómez, corredor y antiguo directivo del Club Deportivo Fortuna, se convirtió en una figura clave. Le dio una nueva vida y ayudó a resurgir una carrera que había tenido una trayectoria intermitente. En su edición número 15, justo antes de estrenar la década de los 80, se congregaron 1000 corredores. El número creció enseguida, la afición se extendió. Entre los años 80 y 90 hubo al menos dos grandes campeones. El primer ‘Rey de la Behobia’ fue el madrileño Alfonso Álvarez Valera, vencedor en cinco ocasiones entre 1981 y 1987. El deportista olímpico Alberto Juzdado estableció el récord absoluto en 1996 con una marca impresionante de 59 minutos y 19 segundos y sumó cinco victorias entre 1995 y 2004. Otra de los reyes indiscutibles ha sido el azkoitiarra Diego García, ganador en 1992 y 1994. Por su parte, Rocío Ríos rompió la marca femenina en 1996 con un crono de 1:08:54.

Esta reflexión la podría haber firmado Álber Vázquez en su libro, pero pertenece a la organización: “En la Behobia vas a sentir emociones que seguramente no has experimentado en otras carreras. Las vas a sentir desde que vayas por la mañana en cualquiera de los trenes atestados de atletas, camino de la frontera, hasta que llegues a la meta en el Boulevard donostiarra entre dos murallas de un público que te cuesta imaginar”.

“Cuando Borja ha hecho la carrera lo vive con mucha emoción por el esfuerzo tan grande que supone”

“Este año no estoy preparado para hacer la Behobia pero otros años sí

he participado”