ace ya diez años que la escritora Sarah Lark, cuando la nueva ola del movimiento feminista estaba aún guardada en un cajón, defendía la voracidad lectora de las mujeres. “Mi novela está dirigida a un público femenino, las mujeres leen más y los hombres se asustan al ver 800 páginas en un libro”, dijo en la presentación de ‘El país de la nube blanca’, que inmediatamente se convirtió en un fenómeno editorial en Alemania, su país de origen, con más de un millón de ejemplares vendidos en su primer año. “El 80% de los lectores son mujeres, hay estudios que lo confirman. Mi libro no está solo dirigido a ellas, es una lectura familiar, pero les interesa más que a los hombres”, aseguró Larke. La novela, que en un principio no iba a tener continuación, fue un éxito planetario y pasó a convertirse en una trilogía que abordaba la cultura maorí de Nueva Zelanda. Publicada entre 2007 y 2009, a tomo por año, se le sumaron los libros ‘La canción de los maoríes’ y ‘El grito de la tierra’, todos ellos muy extensos y de fácil lectura y con mujeres como protagonistas.

En realidad, Sarah Lark es uno de los pseudónimos de Christiane Ghol, una mujer de 63 años que, tras pasar unas vacaciones en Almería, como tantos otros compatriotas, decidió quedarse a vivir en el sur de España. Amante de los animales, vive rodeada de mascotas en su casa de Los Gallardos, aunque no pudo completar su vocación y estudiar veterinaria. Compaginó varios trabajos relacionados con la escritura y la comunicación. Cuando desempeñó labores de guía turística tuvo la oportunidad de conocer los hermosos paisajes de Nueva Zelanda, lugar fetiche de la escritora; de ahí le viene su fascinación maorí. Antes de adentrarse en su conocida trilogía neozelandesa, Ghol se había dado a conocer en Alemania con la publicación de numerosos libros equitativos -algunas fuentes elevan el volumen a 150 obras- que le llevaron a que la identificaran como “la mujer de los caballos”.

Su editorial, consciente de la fama que había adquirido, sugirió que necesitaba una nueva identidad para sus próximos lanzamientos. Así, se alejaría definitivamente del mundo animal y el público tendría que deshacerse de la etiqueta con la que se la había asociado hasta entonces. En realidad, estamos ante una escritora con varios apodos. Ricarda Jordan es uno de sus sobrenombres, aunque la fama mundial le llegó como Sarah Larke ya en ‘El país de la nube blanca’. La historia recuerda a la de la película ‘El Piano’ de Jane Campion, que se llevó en 1993 la Palma de Oro, convirtiéndose en una de las películas más aclamadas de los últimos tiempos y en una muestra de cine brillante y feminista. En el libro, la acción también transcurre en la Nueva Zelanda del siglo XIX. Gwyneira, de origen noble, está comprometida con un gran empresario de la lana, mientras que Helen, más humilde, tiene pensado casarse con un granjero. Ninguna de las dos conoce a sus futuros maridos y cuando llegan a la otra punta del mundo se dan cuenta de que las cosas no son exactamente como habían imaginado. Su paso por Nueva Zelanda es más accidentado del que esperaban y para hacer frente a las adversidades tendrán que refugiarse en la amistad y buscar consuelo entre ellas.

Planteado al modo de una epopeya femenina decimonónica, cabe recordar que en aquella época Nueva Zelanda estaba dominada por Inglaterra, lo que le vale a Lark para confrontar a unos y otros. Mientras los colonizadores buscan explotar los recursos de la tierra conquistada -oro, caza de focas y ballenas, ganadería y agricultura extensiva- se nos muestran la cultura, las tradiciones y costumbres del pueblo nativo maorí. El segundo libro de la trilogía es ‘La Canción de los Maoríes’, en el que las descendientes de Helen y Gwyneira se atreven con una gran aventura por distintos rincones de Nueva Zelanda. De nuevo, tenemos los mismos ingredientes de la novela original: romanticismo, pasión y los espectaculares paisajes neozelandeses como escaparate de una historia de complicidad y desencuentros.

‘El Grito de la Tierra’ completa la saga, para algunos lectores la más adictiva de los tres libros, y donde la acción pega un brinco hasta la Primera Guerra Mundial con el personaje de Jack Mckenzie como uno de sus pilares. Tras ocho millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y una acogida monumental, le pidieron un cuarto volumen. Sarah Lark se plantó poniendo punto y final a su inmersión maorí. Además de sus viajes a Nueva Zelanda, la escritora reconoce que se documentó en Internet para conocer más sobre la cultura de esta orgullosa etnia polinésica conocida por lucir llamativos tatuajes. La saga familiar que ha cautivado a tantas lectoras había llegado a su fin.

“Os recomiendo ‘Dos chicas de Shangai’

y ‘La isla de las mujeres del mal’,

de Lisa See”

“Ahora me cuesta más concentrarme para leer, pero siempre he leído mucho”