es suele pasar a muchos niños. A la mayoría. Van paseando de la mano con sus padres o están jugando en el parque con otros niños cuando, de repente, hay algo que les llama la atención. Se giran y agarrando de un brazo a uno de sus progenitores empiezan a acribillarles con un monólogo desordenado de ruegos y preguntas que suele desarrollarse de la siguiente manera: “Yo también quiero uno. Por favor. Venga. Me voy a portar súper bien. ¿Podemos tener uno? ¡Amaa! ¡Aitaa! Lo voy a cuidar todos los días, ya lo veréis. ¿Qué me decís? ¡¿Síiii?!”. Lo que ha despertado la curiosidad del niño, claro está, es un animal adorable que pulula a su alrededor, normalmente un perro, pero podemos estar hablando de cualquier otra mascota. ¿Están listos para poder atender y custodiar estos animales y hacerse cargo de sus necesidades? ¿Cuáles son los riesgos que entrañan para el menor, si es que hay alguno? ¿Y sus ventajas? ¿Será un buen aliado para el pequeño de la casa? Antes de ponerse manos a la obra a buscar peces de colores, un gatito parecido a Garfield o un chucho peludo, los expertos advierten de que conviene plantearse algunas cuestiones primero.

La Universidad de Michigan preguntó en2019 a un grupo de padres y madres con hijos con edades comprendidas entre los 5 y 18 años cuáles eran sus razones para incluir una mascota en el ecosistema familiar. El estudio arroja un dato demoledor: el 85 por ciento de los encuestados asegura que han tenido una mascota alguna vez en su vida, bien en la infancia o con el nuevo núcleo familiar creado. El recuerdo de lo que han vivido en sus vidas es tan fuerte, se establecen vínculos emocionales tan estrechos, que muchas familias quieren pasar por la misma experiencia. No hay demasiadas sorpresas, en cambio, en las mascotas más demandadas, con un listado encabezado por los perros (76 por ciento) y seguido de gatos, peces, pájaros, reptiles y, ya en los último lugares, conejos y cobayas.En el lado contrario, las razones para no tener estos animalitos rondando por casa son las alergias, el precio y la supuesta falta de responsabilidad del niño para hacerse cargo de un juguete tan delicado al que deben dedicar tiempo y atender como es debido. Un perro o un gato no puede convertirse en otro regalo para usar y tirar.

“Una mascota puede ser una parte maravillosa de la infancia, te puede enseñar importantes habilidadesen la vida y brinda a las familias una gran alegría y compañía”, dice Hanna King, quien ejerce como pediatra en el Saline Health Center de Michigan Medicine. “Pero los padres deben sopesar la decisión cuidadosamente para asegurarse de que una nueva mascota sea la decisión correcta para su familia”.La propia King recomienda a los padres que se hagan seis preguntas: ¿el interés del niño es real o se debe a un capricho pasajero? ¿Qué expectativas razonables se han marcado a la hora de cuidar la mascota? ¿Están dispuestos a ser responsables y asumir el reto? ¿Cuál sería la mascota más adecuada para la familia? ¿Hay cuestiones relacionadas con la seguridad que se deben tener en cuenta? Y, por último, enlazando con la primera pregunta, ¿se trata de una decisión impulsiva?

Obviamente, no se le puede pedir a un niño de cinco años las mismas responsabilidades que a un preadolescente de 13. Pero se pueden establecer una serie de rutinas para que,tengan la edad que tengan, se lleven a cabo en la medida de lo posible y, sobre todo, continúen a lo largo del tiempo. Igual que desde pequeños aprendemos a cepillarnos los dientes tres veces al día, los expertos aseguran que conviene establecer una serie de rutinas adaptadas a la edad y la madurez de los niños. “En ningún caso puede ser una lucha constante”, advierte King. “Si conseguir que los hijos hagan una tarea domésticase convierte en una batalla diaria, es probable que pase algo parecido cuando intente hacer que pasee al perro bajo la lluvia o cuando esté en medio de un videojuego”, dice. ¿Cuál es la solución? ¿Cómo se sale de este embrollo para que el niño pueda asumir sus deberes y obligaciones con la mascota? Quizás se pueden dar una serie de pasos con anterioridad para no caer en errores comunes. Normalmente, se suele empezar con la mascota de un amigo o de un vecino cuidándolo los fines de semana, esporádicamente, para familiarizarse con él, interactuary hacerse a la idea de todo lo que supone convivir con un animal. Algunos refugios de animales ofrecen la oportunidad de adoptar una mascota durante varios días.

Aquí va otro pequeño pero valioso gesto.Hay quien deja en el frigorífico, como sucede con la lista de la compra, algunas tareas a realizar en el día o la semana para que todo el mundo aporte su granito de arena en el cuidado del animal. Por último,todo el peso no puede recaer en el menor. “Independientemente de la edad del niño, los padres deben comprender que se trata de una mascota familiar, por lo que, en última instancia, la mascota también es parte de su responsabilidad”, afirma Hanna King.