Gernika es una villa con pedigrí. En cuestiones históricas pocos a su alrededor le pueden hacer sombra. No hay color, en realidad. Don Tello, señor de Bizkaia, fundó el 28 de abril de 1366 esta localidad que en la actualidad cuenta con 17.000 habitantes. Durante siglos Gernika quedó irremediablemente dividida en dos; hasta que la vecina Lumo y la villa dejaron de darse codazos y se fusionaron el 8 de enero de 1882 dando lugar a un único municipio conocido, oficialmente, como Gernika-Lumo.
Ubicada en la comarca de Busturialdea, a un paso de la reserva de la biosfera de Urdaibai (Bizkaia), símbolo de la Euskadi verde, la visita canónica de Gernika pasa por (re)descubrir su amplio fondo de armario histórico. No solo por el terrible episodio que le llevó a Picasso a pintar el mural antibelicista tras los bombardeos que arrasaron la ciudad entera el 28 de abril de 1937.
Durante cuatro implacables horas, la alemana legión Condor, con la colaboración de la Aviazione Legionaria italiana, redujo a escombros la villa foral. Fue un lunes, día de mercado, día grande en Gernika. Los bombarderos aprovecharon que el evento se celebraba al aire libre para masacrar a la población civil. Varios años después, la Dirección de Regiones Devastadas y Reparaciones planificó un recinto cerrado que terminó cubriendo el espacio en 1943. Aquí empieza una visita con mucha miga.