Para comprender el éxito del que goza Toti Martínez de Lezea (Vitoria-Gasteiz, 1949) se debería señalar, en primer lugar, su constancia. Y en segundo lugar, su enorme versatilidad. Y no solo en el plano literario, donde acumula un sinfín de novelas (muchas de ellas en clave histórica, pero no solo: ha publicado libros infantiles y juveniles) desde que en 1998 salió a la luz La calle de la Judería y se convirtió en una de las nuevas sensaciones literarias en Euskadi.

A partir de unos hechos y personajes que "una vez hollaron las calles del Casco Viejo de Vitoria", mezclaba realidad y ficción en una novela histórica sobre una familia judío-conversa del siglo XV que refleja las tensiones religiosas en la península. Interesada tanto en las leyendas y mitología vascas como en las obras de Alejandro Dumas y Julio Verne, varias editoriales rechazaron su primera novela y, mientras tanto, se puso a escribir otra. Tras conquistar al público con 'La Calle de la Judería', salieron a borbotones nuevos libros de corte histórico ('Las torres de Sancho', 'La Herbolera', 'Señor de la guerra', 'Los hijos de Ogaiz' o 'La Brecha'), con los que se ha ganado a pulso la etiqueta de escritora incansable y altamente prolífica.

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El oficio de escribir

En 2013 escribió un post en su blog titulado "De oficio, escritora" donde contaba cómo dejó de trabajar como traductora para dedicarse de lleno a la ficción. Martínez de Lezea se mostraba sorprendida por la reacción que suscita su inagotable caudal literario y daba una explicación al alcance de todos. "Suelen comentarme que cómo es posible que escriba tanto, y la respuesta es bien sencilla: dedicando entre seis y ocho horas diarias.

Nadie nace sabiendo, nadie nace escritor; se hace, se aprende primero leyendo, y luego escribiendo; se adquiere dominio, se sabe desde el principio lo que se quiere contar, no existe la hoja en blanco. A veces, escucho o leo que algunos autores sufren cuando escriben. Incluso uno decía no hace mucho que la escritura es dolor. Pues bien, lo será para él, no lo discuto, pero personalmente disfruto enormemente con este oficio que me permite vivir las vidas de decenas de personajes diferentes, buenos, malos, perdedores o triunfadores".

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Antes de 'La Calle de la Judería' ya había escrito otro libro, 'La Abadesa', donde narra la desconocida vida de María Esperanza, abadesa del monasterio de Nuestra Señora de Gracia de Madrigal, en Ávila, a principios del siglo XVI. La novela nació tras una apuesta que había hecho con un amigo: tras su paso por ETB, donde dirigió un programa diario durante cinco años, retomó las traducciones y le dijo que se veía capaz de escribir un libro. Y lo hizo. Esta mujer cercana y afable, que vive con su familia en la villa de Larrabetzu, "la gran dama de la novela histórica vasca", no abandonó su labor de traductora hasta los 50 años. 'La Herbolera', su tercer libro, fue el salto definitivo. Y ya no hubo vuelta atrás.

La acción se sitúa en Durango durante la primera caza de brujas que se conoce en el País Vasco. En el año 1500, Anboto era uno de los montes sagrados donde se creía habitaba la diosa Mari. Martínez de Lezea también ha triunfado en la literatura para niños: la serie 'Nur', personaje basado en su propia nieta, cuenta con una docena de entregas y una de ellas, 'Nur eta herensugearen tenplua', tuvo una versión animada y se estrenó en los cines. Obtuvo una nominación en los Premios Goya a Mejor Película de Animación en la edición de 2018.