Bajo el pseudónimo de Brutus, Gregorio Ortuñez vuelca sus emociones sin filtros. Llegó a la pintura hace una década, como necesidad de expresión a partir de un duro golpe de la vida, a raíz de una pérdida que no ha dejado de doler con el paso de los años, pero que ha germinado en forma de obras repletas de sentimiento. Esta desnudez de su alma se esconde en cuadros de aspecto bruto, con pinceladas toscas y dimensiones colosales, de 2 x 2 metros, y peso de hasta 50 ó 60 kilos.
Es esa búsqueda vital la que le lleva a ponerse delante de un lienzo, donde perfila obras abstractas que, según los expertos, podrían definirse como "pintura emocional", que enriquece con un estilo muy personal, totalmente autodidacta, donde se observa la influencia de su experiencia profesional, ligada al mundo de la edificación, mezclada con su interés por el diseño y la moda, universo con el que tiene contacto gracias a su mujer, la modista de alta costura Isabel Zapardiez.
Por eso no sorprende su interés en torno a los procesos de fabricación, su experimentación con diversas técnicas y materiales, como el hierro, la madera y la tela, supuerpuestas, empleadas con técnicas mixtas, utilizando el collage o la pintura plástica, con la que construye volúmenes y texturas que salen del cuadro, logrando obras tridimensionales que llegan a alcanzar apariencia escultórica.
Hierro y corazones
Como contraposición a esa rudeza, aparecen corazones dibujados, único elemento figurativo que rompe ese aura de abstracción. También destaca la presencia de hierro oxidado, un material que le transporta a sus orígenes vascos del artista.
Con respecto a su paleta de colores, las tonalidades neutras conviven con cuadros de gran colorido en tonos rojos, naranjas o amarillos que nos llevan a conectar con elementos naturales: la tierra, el aire, el fuego o el mar.
Su patrón de trabajo es propio de un autodidacta, con un proceso creativo de búsqueda constante. En algunos casos parte de un boceto inicial y en otros de un reto por conseguir un volumen o efecto concreto.
Bastidores de color rojo
Ortuñez hace sus composiciones en bastidor sobre tabla o algodón en crudo reutilizado. Él mismo se encarga de hacer los bastidores de madera, en pino o en haya, y los entela o prepara en tabla. Además, su seña de identidad es la utilización de bastidores rojos, por lo que al darle la vuelta a sus obras encontraremos este tono, con el que "simboliza su pasión por la pintura y la vida".
La obra de Brutus ha ido evolucionando con el paso de los años. Desde sus primeras obras, concebidas en y para la intimidad, camina hacia una nueva etapa aperturista, pues hasta hace apenas dos años, su faceta artística únicamente era conocida por sus familiares y allegados. Sin embargo, tras ser descubierto por un amigo experto en arte, Ortuñez se prepara ahora para compartir su obra en una exposición que será, sin duda, muy especial.
Ortuñez apuesta por grandes formatos. Foto: BrutusArt
Su primera serie fue 'Touché Directo al Corazón', un nombre contundente que da buena muestra de su calado emocional. Esta serie conecta dcon su esencia de "pintura temperamental" y en ella se plantea un escenario de combate entre contrarios, donde se masca la tensión y los movimientos de defensa y ataque se hacen patentes. Aparece la dicha en contraposición al dolor, y la tormenta después de la calma. "En la lucha se alcanza el equilibrio, así como caer y levantarse forma parte de la propia dinámica de la existencia. En este baile de esgrima, se encuentra la calma y también capacidad de vislumbrar el ángulo certero; cómo ir directo al orazón", explica Brutus. Para ello hace dominante el blanco, color sobre el que contrasta el óxido, en una forma de dualidad, del ying y el yang.
'Jaque a la vida', de la serie 'Touché Directo al corazón'. Foto: BrutusArt
En la serie '¡Alerta! Calentamiento Global' muestra su conciencia medioambiental con cuadros donde su mensaje apuesta por el cambio para garantizar el futuro. En ellos utiliza una gama cromática intensa, de tonalidades cálidas, que representan un planeta herido por el cambio climático y el descontrol a escala industrial. La utilización del color y la disposición de los trazos enfatizan la dramática situación que vivimos.
Por último, la serie 'Transición al futuro' indaga sobre los retos que tenemos ante nosotros. En estas obras se expresan "reflexiones sobre el crecimiento personal, la amistad o los diferentes tipos de amor, hasta la dimensión profesional, abordando la transmisión del conocimiento, el trasvase de experiencias o nuestro legado a los jóvenes", enumera a modo de resumen. A nivel estético se aprecia una evolución figurativa en las líneas y una gradación progresiva de colores y formas. La disposición de las pinceladas y los collages sugieren "una llamada a la acción en cuestiones latentes que deciden el mañana, a modo de toque de atención, y la necesidad imperante de transformación".