Las denostadas "labores del hogar", que aprendían a realizar nuestras madres y abuelas en el colegio, han pasado a convertirse en un 'hobby' para una buena parte de la población, pues no entiende de género ni edad. Muchas personas comienzan a aficionarse por el mundo de la aguja y el hilo con el punto de cruz, por ser una de las técnicas más sencillas.

El punto de cruz es una de las técnicas de bordado más antiguas y populares de la historia, por la gran versatilidad que ofrece, pudiendo realizar infinidad de composiciones artísticas y de gran complejidad para convertir manteles, toallas, colchas, vestidos o cualquier elemento sobre el que se aplique, en verdaderas obras de arte. Por ello, no es de extrañar que algunas de estas piezas de arte popular se muestren a día de hoy en los museos. Su origen es muy antiguo. Tanto que se han hallado tejidos bordados con esta técnica en yacimientos arqueológicos de Egipto (500 a.de C.) y de Asia Central (850 a. de C.).

El punto de cruz consiste en bordar con hilo y aguja sobre una tela especial que está formada por una cuadrícula que nos servirá de referencia para realizar nuestras puntadas de forma ordenada. Precisamente, lo que lo distingue de otras modalidades son sus puntadas en forma de equis, o, tal y como indica su nombre, en apariencia de cruz, aunque, si se miran desde lejos, pueden parecer los píxeles de una fotografía digital. Así, no volverás a confundirlo con el bordado, pues además de por la forma de sus puntadas, como hemos dicho requiere emplear una tela con cuadrícula, mientras que el bordado, en cambio, se puede realizar sobre cualquier tipo de tela.

primeros pasos

Además del clásico punto de cruz, también puedes combinar en tus composiciones con otros tipos de puntadas más avanzadas, como la media cruz, el cuarto de cruz, la doble cruz o el punto de revés.

Para dar tus primeros pasos en esta técnica, necesitarás material específico para punto de cruz, concretamente: una aguja con la punta redonda, tela -hay de distintos tipos, pero para principiantes la más recomendable es la tela Aida de 5,5 pts/cm o 14 ct-, hilo mouliné, unas tijeras, y, si te resulta más cómodo, un bastidor donde colocar la tela.

Una vez adquirido este material, deberás elegir un diagrama o patrón, con un dibujo que te llame la atención, para intentar trasladarlo a tu tela. Comienza con uno que te guste pero que al mismo tiempo sea fácil. Ya tendrás tiempo de irte complicando y de esta forma no tirarás la toalla al ver que con esfuerzo consigues el resultado deseado. El propio patrón te indica los colores que debes emplear y te dice en qué puntos debes realizar el dibujo. No pierdas la concentración para no perderte ni saltarte ningún paso.